Epílogo.

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-Alice, ya baja, se hace tarde.- Me gritaron desde abajo.

-Ya voy mamá!- Grité

Si, hoy comenzaría luego de mis vacaciones otro año más en la universidad de Canadá. Até mi cabello en una coleta, luego de ponerme mi jean y mis zapatillas. 

-Ya estoy.- Agitada me senté en la mesa.

-Ten, hice tostadas.- Mi madre depositó un plato en frente mio, con tostadas.. huevos revueltos y un té. 

Eran cinco tostadas, esta mujer quería engordarme.

Comí lo que pude, que consistía en dos tostadas untadas en mermelada y unos bocados de huevos revueltos, el té de frutilla pude tomarlo todo. Observé a mi padre, leyendo su diario..

-Aun no has terminado.- Reprochó mi madre. 

-Ya estoy llena.- Le di un leve empujoncito a mi plato. 

-Alice. Tienes que comer.- Puso sus brazos en forma de jarra.

-Déjala Caroline, luego podrá comer.- Le dijo mi padre a mi madre.

-Thomas, no me desautorices en frente de ella.- 

Y así iniciaron otra de las tantas discusiones en el día. Y sin que se dieran cuenta, tomé mi mochila y me dirigí a la universidad.

Los días eran soleados, y cuando me refiero a todos los días.. Eran todos los días.

Pájaros danzaban a mi al rededor. Y mi cabellera castaña se movía en la misma dirección que la leve brisa de verano. 

Las cuadras se me hacían eternas, pero también lo agradecía porque me ayudaba a pensar.


En el camino me tocaba encontrarme con un gigante bosque, siempre sus árboles me hacían sentir familiarizada con algo, no sé con que exactamente, pero me sentía como si estuviera en mi hogar. 

Pero me sentía vacía, completamente y jodidamente vacía, y no había nada que pudiera rellenarlo. A menudo me despertaba entre las noches gritando, con sudor en mi frente. La pesadilla era concisa y breve. Una persona, disparándome y luego se escuchaba un grito, un grito que me helaba la piel.

No podía reconocerlo, pero eso estuvo sucediendo durante los meses anteriores, mis padres optaron por llevarme a una psicóloga. Pero la verdad, es que no funcionó en nada.

El vacío de mi pecho no se iba, y la tristeza no disminuía. 

Cuando me quise dar cuenta ya me encontraba dentro de mi clase 'Historia'.

-Hey Alicia!- Me dijo mi mejor amigo Jacob. Mientras señalaba el asiento vacío a su lado.

-Hey! No me llames así.- Fruncí mis cejas mientras depositaba la mochila en la silla.

-Oh vamos, es sólo una broma- Golpeó despacio mi hombro.

Y la verdad es que si lo consideraba una broma, pero aquello, me hacía sentir algo raro también. Y no me gustaba, me hacía confundir, era algo muy muy muy confuso, una mezcla de recordar algo pero no recordarlo. Completamente odioso.


-Dicen que el examen de hoy será jodidamente difícil.- Abrió su cuaderno.

-¿Qué examen?- Pregunté.

-Lo olvidaste Alicia.- Rió. -El examen de historia, tratará de ángeles caídos y criaturas míticas como demonios y esas cosas locas.- Sacó unas hojas.

-Demonios, lo he olvidado.- Tomé mi cabeza con mis manos.

-Tranquila! Que repruebes uno solo no cambiará nada. Luego lo recuperas con otra evaluación.- Tomó mi hombro suavemente.

-Bien, ¿Están listos? Saquen dos hojas.- Habló la profesora.

Entregó una hoja A4 completamente escrito. Y maldije para mis adentros.

1)¿Cómo se lo llama al creador de los ángeles caídos?
2)¿Cuándo fue la gran batalla entre el bien y el mal?
3)¿Los demonios que habilidades tenían?
4)¿Existían mezlcas?


No pude leer más. ¿Cómo rayos iba a saber eso si ni siquiera había leído algo? Sin duda reprobaría. 

Comencé a responder como pude y lo que salía de mi loca mente, la entregué primera, Jacob me miró extrañado. 

'Si mi amigo, he entregado primera,y no precisamente para aprobar' Pensé.

A n g e l ' sWhere stories live. Discover now