Capítulo 5: Tiempo.

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Ese día no me acosté con Ryan, la doctora, directora de ese lugar, llegó a tiempo y riñó a Ryan por lo que íbamos a hacer y digo "íbamos" porque yo no me iba a negar, todo lo contrario.

Los días fueron pasando y sólo vi a Ryan cuando tenía citas para el control de mi embarazo.

Ryan me llamaba dos veces al día para saber cómo estábamos. Una llamada en la noche y otra en el día.

No lo iba a negar, vivía para esas llamadas.

Ryan salió de el centro tres días antes del parto y me pidió que le permitiera quedarse en mi piso para poder cuidar de James y de mi.

Se lo permití y esa noche me puse un lindo conjunto para dormir. Aunque lo último que quería era eso; lo que quería era a Ryan entre mis piernas, pero no pude tenerlo.

Él cada vez fue más y más distante. Cuando el bebé cumplió los tres meses, él dejó el apartamento. Yo no se lo pedí. Es más, me encantaba tenerlo ahí. Como si fuéramos unna familia.

Juro que cuando se fue, lloré. Lloré a mares. Me sentía muy mal.

Pensé en decirle algo sobre el tema, pero no pude. Ni yo sabía qué le ofrecía.

Él apareció dos días después y cuando le grité, estresada por no poder dormir pensando en él y en su abandono, él me dijo:

"Ambos nos hacemos daño juntos, Jane. Para mi salud mental, lo mejor es estar así. Tu no vas a darme lo que yo necesito, te vas a sentir asfixiada y yo voy a volver a pisar una cárcel, el centro o tal vez un manicomio. Ya no es como antes que sólo éramos tu y yo, Jane; ahora está James y yo quiero que el pueda contar conmigo y darle un buen ejemplo, tener estabilidad"

Ese día volví a llorar porque lo que Ryan me había dicho era verdad.

Ya no éramos sólo nosotros, ahora estaba James.

El tiempo pasó y apenas Jimmy cumplió seis meses, Ryan empezó a llevárselo a su casa los fines de semana. Cosa que yo aprovechaba para poner todo en orden, sobre todo mi cuerpo.

Iba al gimnasio y a un spa, me la pasaba todo el sábado metida en ambos lugares y también en el centro comercial. Llamaba a Ryan tres veces al día, de las cuales, sólo me contestaba dos.

Los domingos, antes de ir a visitar a Brunn a su casa, iba a misa.

A Brunn lo asaltaron, dos semanas después de que Ryan lo golpeara, y por eso quedó en coma. Le pedí disculpas a Ryan, por lo que él solo asintió y me dio una mirada perezosa.

A medida que el niño iba creciendo, Ryan se volvía más y más distante.

Ya cuando se llevaba al niño, no contestaba mis llamadas, sólo me enviaba mensajes de texto en los que me informaba que James estaba bien y me enviaba fotos.

Para mi cumpleaños, me enviaba felicitaciones sencillas y cuando él cumplía años, apenas y me contestaba las llamadas.

Cuando James tenía catorce meses, le dio meningitis. Gracias a Dios, la detectaron a tiempo y se actuó. Los días que mi bebé estuvo en el hospital fueron los peores y también fue el tiempo más largo que pasé junto a Ryan.

Una vez permitieron que llevara Jimmy a casa, Ryan me dijo que se quedaría hasta que él estuviera bien por completo.

El niño estaba de mal humor y sólo quería que lo apapacharan. Eso hice al igual que Ryan. El carácter le cambió por completo. Era más retraído y gruñón.

Se la pasaba con el seño fruncido.

Me recordaba tanto a Ryan.

Él se fue dos semanas después y el bebé lo resintió. Se había acostumbrado a que Ryan lo cargara en las madrugadas y le diera de comer una compota que él mismo le preparaba.

Serie Inocente #2: Pervertida Inocencia©Where stories live. Discover now