7. La boda

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(Por favor, os recomiendo que leáis la nota que he puesto al final del capítulo para aclarar algunas de vuestras dudas. Dicho esto, disfrutad de la lectura).


Había llegado el día, después de años de relación, después de haber pasado por varios altibajos, al fin había llegado el día.  Sabía que no sería un camino fácil, que aquello solo era el comienzo de una vida juntos en la que tendríamos momentos buenos y malos. 

Mary y mi madre me habían ayudado a ponerme el vestido, aquel tan bonito del que quedé prendada. Cuando me miré al espejo no podía creer que la persona que estaba viendo fuese yo. Una mujer con un vestido precioso, un moño bajo que daba un toque sofisticado sin ser algo demasiado complicado y un sutil maquillaje.

No pude evitar sonreír, porque era feliz, realmente era muy feliz.

—Estás preciosa—dijo mi madre tras darme un breve abrazo.

—¿Lista?—preguntó Mary acomodando el tocado que llevaba en su cabeza.

Asentí con la cabeza y suspiré profundamente antes de salir del apartamento.

Casi temblaba durante todo el trayecto hasta el lugar donde se celebraba la ceremonia y el banquete; un bonito jardín repleto de flores que brillaba a pesar del aire otoñal. Tanto Colton como yo nos habíamos decidido por un espacio abierto y al aire libre que fuera elegante pero no demasiado sobrio. Y aquel había sido el elegido, el ideal para nosotros.

Todos los invitados ocupaban las sillas blancas situadas en el jardín, colocadas de manera que se creara un pasillo por el que yo tendría que pasar. Me coloqué bien el velo y suspiré, muy nerviosa, preparándome para recorrer esos escasos metros que me llevarían al altar, junto a Colton, junto a aquel hombre que tanto amaba. Porque era amor, no podía ser otra cosa que puro y sincero amor. 

Fue mi tío, George, quien se puso a mi lado, me miró a los ojos a través del velo y me sonrió de aquella manera que tanto se parecía al gesto de mi padre. A punto estuve de llorar, pero me obligué a retener las lágrimas y no dejarme llevar por todo el torbellino de emociones que estaba sintiendo en aquel preciso momento. Cuadró los hombros y me ofreció su brazo; yo cogí aire, como si me dispusiera para lanzarme a una piscina y realizar un salto olímpico. Su sonrisa pretendía transmitirme tranquilidad y seguridad, que él estaba a mi lado, así que se la devolví como muestra de gratitud por su apoyo.

Tantas cosas podían salir mal... Podía tropezarme y caer, podía trabarme al hablar, titubear, quedarme en blanco...

Dejé todo tipo de pensamientos negativos y avancé un paso. Luego otro. Otro más. Y estuve la deslizándome por el pasillo, con decenas de rostros fijos en mí, evaluando mi expresión apenas visible por la tela que me cubría, así como admirando mi atuendo y decidiendo si era de su agrado o no. Yo sonreía recatadamente, intentando que los nervios no fueran demasiado notables. Y fijé la vista en su figura ancha vestida con aquel traje oscuro. Se dio la vuelta y creí que moriría en aquel mismo momento, que mi corazón dejaría de latir, porque me puse más nerviosa si cabía y se formó un nudo en la boca de mi estómago. Un cosquilleo se expandía dentro de mí cuando vi su expresión, entre cariñosa y de veneración, como si realmente no se creyera lo que estaba viendo, que yo estaba allí, vestida de novia y caminando hacia él. Lo que no pude creer yo fue que sus ojos estuvieran anegados de lágrimas sin derramar, algo que pude apreciar cuando al fin estuve a su lado y me saludó con un musitado hola antes de que los dos nos volviésemos para ver al sacerdote que nos iba a casar.

—...y así amarla y respetarla todos los días de tu vida?—dijo el sacerdote mirando a Colton. Y fue ahí cuando reaccioné al fin, cuando salí de mi ensimismamiento para regresar a la realidad, para creerme por fin que estaba allí.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora