CAPÍTULO 25

59.1K 3K 110
                                    

Volver la atención a los libros de texto era en parte mi manera de olvidarme de todo lo demás. Era como una vía de escape para no recordar el cambio que había padecido mi vida. Intentaba no recordarlo a él, su voz, su aliento contra mi piel o sus manos con las mías. Solo quería centrarme en la información que me aportaban los libros. 

No lo vi durante unos días. Tan solo había estado encerrada en mi habitación, como solía hacer siempre, y había estado estudiando con ganas. Mi mente volvía a estar activa y llena de datos. No pensaba distraerme en los estudios a causa de ningún chico. Estuve ignorando las constantes llamadas de James a mi teléfono móvil y pidiendo a Mary, casi desesperadamente, que le dijera que yo no estaba en la habitación cuando él llamaba a la puerta de esta.

Quizás fue una actitud cobarde de mi parte, pero fue lo único que se me ocurrió: fingir que mi vida era normal, como solía serlo antes.

Pero me estaba engañando. Nada era igual. Yo seguía pensando en Colton desesperadamente, me aferraba a los recuerdos por falta de realidad. Yo seguía pensando en él y me dolía el pecho con su ausencia, me dolía al saber que esa ausencia se prolongaría mucho más de lo que esperaba o de lo que quería. Él no tenía las cosas claras y no pensaba dejarme manipular ni engañar por alguien como él. En cuanto a James, creí que volver con él no sería una mala idea hasta que me di cuenta de que simplemente era un acto egoísta. Me había dado cuenta de que él no me gustaba, por lo que intentar algo con él sería engañarnos a los dos.

Suspiré y miré por la ventana. Mary se levantó de la cama y dio unos pasos. Sin mirar sabía que estaba a muy poco detrás de mí, observándome con los brazos cruzados. Escuché su voz dulce y a la vez dura.

—Deberías hacer algo ya. No puedes quedarte aquí encerrada otra vez como si tal cosa y huir de todo.

Tenía razón. ¿Estaba huyendo? No quería encontrarme con Colton, ni con James. No sabía qué cara pondrían al verme ellos a mí. Y eso me asustaba y me avergonzaba al mismo tiempo. No sabía qué explicación daría a James o qué me diría a mí Colton cuando yo le mirara con una sonrisa y fingiera que no me dolía nada. Quizás fingir ser fuerte o apática era mucho más complicado de lo que imaginaba.

—Vístete. Vamos a salir tú y yo de estas cuatro paredes asfixiantes e iremos a la cafetería a tomar algo—dijo Mary.

Me di la vuelta y sonreí. En realidad su idea me había parecido buena. Salir a que me diera el aire podría ayudar a aclarar las ideas. O no. 

Me puse los vaqueros, las botas negras y un suéter gris, de los menos anchos que tenía en el armario, y me arreglé un poco el pelo. No estaba tan horrible. Cogí aire, mi bufanda y el abrigo, y ambas salimos de la residencia.

El viento gélido me azotó en cuanto puse un pie fuera. Me sentí extraña al estar en la calle tras unos cuantos días. Era como volver de nuevo a la vida, a una rutina que realmente no tenía. Me di cuenta de que el mundo giraba, estuviera yo bien o no.

Mary y yo entramos en la cafetería y comencé a frotarme las manos para que entraran de nuevo en calor. La camarera se acercó a nosotras y Mary pidió dos tazas de chocolate caliente. Me miró cuando la camarera se hubo marchado con nuestro pedido.

—¿Piensas decirme algo? Estás muy callada—dijo entrelazando las manos.

—Creo que en estos días me he preparado mucho para mi próximo examen de literatura. Tengo pensado empezar el segundo trimestre con ganas—dije distraídamente mientras me quitaba el abrigo.

—¿Cuándo no has empezado con ganas?—se rió—. Te pasas los días estudiando. No es ninguna novedad.

—Bueno, sí. Pero esta vez creo que lo estoy haciendo mejor.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora