CAPÍTULO 29

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Estaba saturada. Mi cabeza daba vueltas a las palabras de Colton una y otra vez, como un bucle sin fin. Que yo soy lo único que tiene, dijo. Eso era mentira. Él tenía amigos. Tenía a Thomas, que era su mejor amigo, y a Mary. Y a más gente que yo no conocía. Y sin embargo había dicho que yo era lo único que tenía y lo único a lo que podía aferrarse. 

Me sorprendió ver a un Colton tan distinto, tan abierto y vulnerable. Era como si se hubiera despojado de su ropa y se hubiera quedado con la cabeza echada hacia atrás y los brazos extendidos, como ofreciéndose.

Me llevé las manos a la cara en un intento desesperado por aclarar mi mente. No lo conseguí. me puse en pie, recordando que debía ir a hablar con James para pedirle disculpas por lo sucedido el día anterior. Me aseé y salí de la habitación directa a la residencia masculina para visitar fugazmente y con cordialidad a James. Quería pedirle perdón por todo, incluido mi comportamiento estúpido e inmaduro. Le diría que, sintiéndolo mucho, él no era el chico con el que quería estar. Era Colton. Pero James y yo podíamos continuar siendo amigos, viéndonos y quedando. Lamentablemente, eso era algo a lo que siempre se negaban los chicos cuando les rechazabas o dejabas. Es como si fuera algo inconcebible para ellos.

Cogí aire cuando estuve frente a su habitación y golpeé la puerta con los nudillos. Esperé unos segundos que parecieron ser eternos. Justo cuando pensé que nadie abriría la puerta, esta se abrió y vi la cara hinchada y amoratada de James. Gruñó al verme e intentó cerrar la puerta en mis narices. Podría haberme sentido ofendida en cualquier otro momento, pero lo entendía y no lo culpaba.

—¡Espera!—Puse la mano, empujando la puerta—. Quiero hablar contigo. ¿No puedo?

—Depende—contestó con desdén, como si le diera igual lo que fuese a decirle.

Alcé las cejas, esperando una respuesta de su parte.

Abrió la puerta por completo, invitándome a pasar. Agradecí su gesto por un segundo. Me sentí aliviada de que aún me permitiese hablar con él.

—Para empezar, quiero disculparme por todo. Por no haberte sido sincera y haberte dicho que tenía dudas acerca de ti y de Colton. Además, me disculpo por lo que te hizo Colton. Se pasó y sé que estuvo totalmente fuera de lugar. Un pérdida de control terrible. Aunque por otro lado, tampoco apruebo tu comentario.

Fruncí el ceño un instante e hice una pausa. 

—De verdad que lo siento. Y me caes genial, eres un buen chico pero...

—No soy Colton—me interrumpió con los brazos cruzados—. Yo no soy él y no puedes pretender que lo sea. No puedo estar teniendo una relación contigo mientras piensas en otro. Mientras piensas en él. 

—Tampoco fue así realmente, James...

—Eso es lo que se dice siempre. Evelyn, no hace falta que te esfuerces. Acepto tus disculpas, pero "tu chico" es un completo gilipollas que me ha dejado la cara hecha un maldito cromo. Es a ti a quien perdono, no a él.

Suspiré y me miré los pies. Supuse que algo era algo. Era un pequeño avance.

—Lo entiendo. Y supongo que nada de ser amigos ni nada de eso...

No lo veía muy dispuesto ante esa idea.

—Depende—volvió a decir con una mueca que era un intento por sonreír mínimamente.

—Depende—repetí pensativa.

Asentí con la cabeza, más para mí que para él, y salí de la habitación sin apenas decir nada. Un simple adiós murmurado y caminé hasta las escaleras, después abrí la puerta y el aire frío de invierno me abofeteó la cara con cruel brusquedad. Todo estaba hecho. James ya no era mi amigo con derecho a algo más. Como mucho seríamos amigos con una dosis de incomodidad que haría las cosas un tanto difíciles. Suspiré y me abroché el chaquetón que llevaba puesto. Caminé por el campus sin saber bien qué hacer en aquel momento. 

Volví a recordar las palabras de Colton, el cómo se puso a llorar, la acidez y la tristeza de sus palabras en aquel arrebato de sinceridad tan repentino e inusual en él.

Pensé en todas las personas que en algún momento de su vida se han sentido como él, en todas aquellas que tienen padres que les prestan poca atención y no le dan importancia a lo que hacen. Pero ante todo pensé en Colton. Recuerdo que me confesó después que había tenido peleas importantes, con navajas incluidas, contra chicos de otros grupos. Me sentí fatal por él. Por todos, en el fondo. Llegar a ese punto es algo horrible. Y Colton se sentía vacío, solo necesitaba llenar su vida con algo. Fue lamentable que pensara que las drogas le ayudarían de algún modo.

Su beso de buenas noches aún parecía estar sobre mi piel. Sus labios en los míos y su aliento susurrante rozándome, diciéndome que esto le acabaría alejando de todos.

Negué con la cabeza y fui al aparcamiento a por mi coche. Me apetecía ir de compras, a la librería quizás. Así podría despejar la mente y dejar de darle vueltas al tema. 

Arranqué y conduje unos diez minutos hasta que encontré aparcamiento en una zona un poco alejada. La ciudad estaba atestada de gente, por eso me fue tan difícil encontrar un sitio en el que poder aparcar mi coche. Me apeé y guardé mis llaves. Observé la calle bastante desierta, el sol escondiéndose entre los edificios dejando un lienzo azul, morado y rosa sobre ellos. Era precioso. Y peligroso. El coche estaba en un bloque de edificios, un barrio, bastante marginal y peligroso. Traté de calmarme. 

Comencé a caminar con el pensamiento autotranquilizador en mi mente de que no pasaría nada, que el centro de la ciudad estaba a dos calles y no habría ningún problema. "Estaré en la librería en dos minutos", me repetía mentalmente una y otra vez.

Fue entonces cuando noté unas manos cogiéndome con fuerza de las muñecas. No tuve tiempo de pensar apenas. Me vi estampada contra la pared con las manos sujetas por otras ásperas y severas, y un aliento cálido pero horrible que emanaba un hedor a marihuana y tabaco muy fuerte contra mi oreja. Al instante supe lo que estaba pasando, antes incluso de que esa voz horrible hablara y me hiciera sentir náuseas, creándome arcadas.

—¿Qué pasa, muchacha? Supongo que no tuviste suficiente con el susto de la otra noche y quieres más. Pero ahora ya no está tu amiguito para defenderte.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora