CAPÍTULO 5

80.7K 4.1K 135
                                    

Me vestí como solía hacer siempre, con una sudadera y unos vaqueros desgastados. Me recogí el cabello en una coleta y me armé de valor para salir y encontrarme con James. Él aún estaba en la residencia de chicos, por lo que solo tuve que ir y preguntar por él.

Subí las escaleras y llamé a su puerta. Temí que estuviera durmiendo y yo lo despertara. Al fin y al cabo, casi todo el campus fue a la fiesta de la noche anterior y ahora sufrían las terribles resacas. Cogí una gran bocanada de aire y se abrió la puerta, mostrando a un chico moreno en ropa interior con cara de dormido. Cuando reparó en el detalle de que era una chica abrió los ojos de par en par, pero aun así no pareció sentir vergüenza al ir tan ligero de ropa.

—¿Está James?—pregunté, demasiado tímida.

—¿James? Se acaba de despertar, si quieres pasar...—Ofreció él abriendo la puerta.

Asentí levemente con la cabeza, pero tan solo di un paso, sin querer adentrarme del todo en la habitación desordenada. Me sentía bastante cohibida. Era demasiado extraño para mí, algo nuevo completamente.

Entonces James se levantó de la cama, con el pelo rubio revuelto y los ojos azules un poco entornados por el sueño. Cuando enfocó la mirada y me vio, esbozó una pequeña sonrisa.

—Esto de que vengan chicas a buscarte es algo que no pasaba. ¿Qué has hecho, James?—le dijo su compañero, divertido, y le dio un golpe en el hombro.

Miré a James a la cara, avergonzada al darme cuenta de que él, al igual que su compañero, tan solo iba con unos bóxers negros. Sentí que no debía estar allí, que tendría que darme la vuelta y salir corriendo de allí. Era incómodo para mí.

—Siento que tengas que vernos así...—comenzó a decir él.

—Tranquilo, no pasa nada.—Mentí y bajé la mirada—. Solo venía para pedirte perdón por lo ocurrido anoche. Lo siento. Pero debes comprender que había bebido y... Sé que eso tampoco debería justificarlo, pero de verdad lo siento.

Hablé atropelladamente, esperando que él olvidara el asunto y fuera capaz de perdonarme y seguir como si nada. No soportaría que me mirara de forma diferente o extraña.

—¿Por qué te disculpas? En todo caso debería ser yo quien te pidiera perdón. Yo te besé primero.

Abrí los ojos y lo miré con un movimiento brusco de cabeza al levantarla. Él había dado el primer paso. Sentí un peso en mi pecho que no entendía y noté cómo me ruborizaba con rapidez. Deseé que no resultara demasiado evidente. Su compañero de cuarto, que se estaba vistiendo, se giró y nos miró a ambos con sorpresa.

Si  pensaba que no podría pasar más vergüenza, estaba completamente equivocada.

—Lo siento. Si hubiese llegado a saber que te iba a sentar tan mal no lo habría hecho.

Ahora él era el que parecía avergonzado, incluso apenado. Me mordí el labio y evité su atenta mirada.

—Pensé que estarías molesto o algo así, por lo que creí que lo mejor sería venir a hablar contigo.

Mientras hablaba vi que él se acercaba un poco más a mí. Noté un nudo en mi garganta y tragué saliva, tratando de eliminarlo. Al final lo tenía tan cerca de mí que casi podía notar el calor que desprendía su cuerpo bien trabajado. Me puse nerviosa y por encima de su hombro vi a su compañero de piso, sorprendido y divertido por la escena. 

James inclinó la cabeza y observó mis labios, que yo estaba mordiendo desesperadamente. Se inclinó un poco más y yo agaché la cabeza, para evitar que pudiera besarme. Noté cómo se tensó y soltó un pequeño suspiro, entonces me besó en la mejilla, deteniéndose en el roce de sus labios sobre mi piel. Y cuando se separó de mí yo dejé escapar el aire que había estado conteniendo.

—Quizás no deberías volver a pedirme perdón—dijo él con un susurro y una sonrisa.

—Verás, James, somos compañeros de clase y no sé yo si es lo más correcto.

Mi voz entrecortada me sorprendió y me maldije interiormente por ser tan estúpida. El problema era que no conocía debidamente a ese chico, que no sabía apenas nada sobre su vida. Y yo no podía estar haciendo aquello con alguien que resultaba ser un extraño, por muy irresistible que fuera.

—Deberíamos quedar un día, Evelyn. Puedo invitarte en la cafetería y de paso hablamos—dijo él y yo asentí—. Por cierto, felicidades por tus notas.

Sonrió y yo me ruboricé como una idiota. Y me odié por ello.

—Pasaré a recogerte mañana.

Le dije que sí y salí rápidamente de la habitación. Lo que pensaba que sería una corta visita de disculpa y arrepentimiento acabó convirtiéndose en una visita en la que las cartas se ponían sobre la mesa.

Caminé por el largo pasillo frotándome la frente con la mano, nerviosa y preguntándome qué había ocurrido exactamente para que yo accediera a tener una cita con James. Me sentí frustrada.

Entonces alguien chocó contra mí, alcé la mirada y me encontré con un enfadado Colton que me miraba con la mandíbula apretada y el ceño fruncido.

—¿Por qué no miras dónde vas?—preguntó  bastante enojado.

—Perdón, lo siento. Aunque yo podría preguntarte lo mismo.

Resopló y miró a otro lado.

—Mira, chica, yo no era el que iba con la cabeza en las nubes.

Entorné los ojos y lo miré. Ya había tenido suficiente aquella mañana como para que ese impresentable me tomara el pelo.

—¿Qué?—inquirió él.

—Primero: tengo un nombre. Segundo: aprende a tratar a las personas y a controlar tus modales y después habla. Tercero: ya me he disculpado.—Me atreví a decir, con voz firme y enfadada.

No le di tiempo a que respondiera nada. Seguí avanzando hasta llegar a las escaleras y descendí por ellas. Me sentía triunfal. Había ido por primera vez a la residencia de chicos y había conseguido una cita con el chico más guapo e inteligente de mi clase y le había dejado algunas cosas claras a ese tal Colton. No pude evitar sonreír mientras volvía a mi residencia, dispuesta a contárselo a Mary.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora