CAPÍTULO 20

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—Jamás me había aburrido tanto en Navidad—comentó James mientras su mano se acoplaba a la mía y paseábamos por el centro de la ciudad, con las tiendas abiertas y llenas de gente a nuestro alrededor.

Su pelo rubio sobresalía del gorro que llevaba y sus ojos azules me miraron acompañados de una radiante sonrisa. Estar con James era estar en terreno seguro.

—Te echaba de menos—confesó casi sin mirarme.

—Y yo a ti. —Me acerqué más a él y pensé en si lo que decía era cierto. Con él todo era más fácil, más seguro. Pero mientras estaba con Colton no parecía que lo hubiera echando de menos.

Llevábamos andando ya una hora y no habíamos comprado gran cosa. Él una chaqueta y yo unos pantalones vaqueros. Me empezaban a doler las piernas y James ofreció parar en una cafetería a tomar algo caliente.

—Mis padres conocen algo a tu madre—comentó él mientras esperábamos el pedido.

—¿En serio? Ella no me ha dicho nada—le dije encogiéndome de hombros.

—Bueno, solo de oídas y de verla por el pueblo en Navidad sobre todo. Dicen que es una buena persona—rió.

—Solo faltaría que dijeran otra cosa—bromeé.

Llegó la camarera con las dos tazas de café que le habíamos pedido y echó un último vistazo a James. Estaba claro que salir con él a la calle implicaba que un montón de chicas se le quedaran mirando.

—Me hubiera gustado presentarte a mis padres—dijo él distraídamente.

Tosí después de casi atragantarme con el café caliente. Lo miré con los ojos bien abiertos. No era el hecho de conocer a sus padres, sino lo que implicaba el conocerlos, la idea que James tenía en mente.

—¿Estás bien?—inquirió preocupado.

—Sí. Hubiera sido genial, pero yo tenía que volver...

—Sí, sí, lo sé—me interrumpió—. De todos modos sé que posiblemente sería algo demasiado precipitado teniendo en cuenta que apenas estamos saliendo.

Escruté su rostro en busca de algún gesto que delatara lo que sentía realmente; algo como la decepción o la lástima. Pero él estaba incluso sonriente, esa sonrisa tímida que lo hacía parecer un chico inocente y bueno, justo como era en verdad.

Bebí más de mi café hasta acabarlo y esperé a que él hiciera lo mismo con el suyo.

—¿Te apetece que vayamos un rato a mi habitación?—propuso él con timidez e inseguridad, como temiendo una respuesta negativa de mi parte—. Mi compañero, Liam, no está esta noche, así que no te preocupes por él.

Pensé que no sería una mala idea. James era respetuoso conmigo y ya había estado sola con chicos antes. Con Colton. Borré enseguida aquel pensamiento y sonreí mientras asentía con la cabeza. 

Salimos de la cafetería y fuimos hasta el coche que estaba aparcado algunas calles más allá. Hablamos más durante el camino o simplemente nos quedamos en silencio mientras la música se escuchaba levemente a través de los altavoces. Miré por la ventanilla hasta que la universidad se materializó ante mis ojos. Aparcó el coche y caminamos juntos hasta la residencia masculina. Cogió mi mano y subimos las escaleras hasta su habitación, que tal y como había afirmado, estaba vacía.

—Siento el desorden. La mayoría de cosas son de mi compañero y es un completo desastre—rió y trató de ocultar un par de calzoncillos tirados por el suelo.

—No te preocupes, no creo que me escandalice—comenté observando la gran habitación, con una parte realmente ordenada y la otra hecha un asco.

Me fijé en una estantería que estaba sobre su cama. Estaba llena de libros y muchos discos. Sobre una mesilla vi el estéreo y me acerqué para leer los títulos de los discos y conocer más a fondo sus gustos musicales.

—¿Son tuyos?—le pregunté sin mirarlo.

—Sí, todos originales. Los fui comprando poco a poco.

Me di cuenta de que la mayoría de grupos no los conocía, mientras que otros me sonaban demasiado. Personalmente, la música independiente nunca me llamó la atención, pero por lo visto a él le encantaba. Escogí un disco y se lo enseñé.

—¿Te gusta este? ¿Qué tal si lo pongo?—le pregunté.

Él asintió con una sonrisa y me dirigí al estéreo para poner el disco. Era un grupo que había oído antes y me sonaban algunas canciones. De todos los que tenía era el que más me gustaba.

La música empezó a sonar, fuerte al principio, por lo que bajé un poco el volumen hasta dejarlo en modo ambiental. Me giré y lo vi con la cara más seria.

—Es mi grupo favorito. El primer disco que me compré—dijo él mirándome fijamente.

—Es el que más me gusta de todos los que tienes—comenté distraídamente, ignorando el hecho de que él me miraba como si se me fuese a tirar encima.

Caminé hasta él y lo abracé. Necesitaba evitar su mirada por un momento y sentirlo otra vez, sentirme segura, cómoda y a gusto. A lo mejor solo era la necesidad de saber que lo estaba haciendo bien, que eso era lo que quería y era lo correcto; que de verdad quería empezar una relación con James.

Sus manos se posaron en mi cintura y movió la cabeza hasta que sus labios se rozaron con los míos. No me moví apenas y él siguió besándome. Cuando sus labios se juntaron con fuerza con los míos reaccioné y enredé mis manos en su pelo. Nos movimos hasta que mis piernas chocaron con una de las camas. Ambos nos sentamos sin dejar de besarnos. Su lengua jugó con la mía, incluso se paseó por mis dientes y me hizo soltar un gemido. Mis manos le quitaron el gorro y las apoyé en su nuca, mientras que las suyas fueron bajando cada vez más y más.

Continuamos besándonos, la música de fondo, acompañando nuestras caricias y nuestros suspiros. Entonces, sin saber cómo había pasado, noté sus manos levantando mi jersey y tocando mi vientre, mi piel desnuda, e iban ascendiendo. Fue justo en aquel momento en que pensé en las manos de Colton tocándome como lo estaba haciendo James cuando me di cuenta de que no era lo mismo. De que James era un encanto pero sus caricias no eran iguales, de que no me ponía la piel de gallina ni me causaba un remolino de emociones en mi interior; no como el tacto de Colton sobre mi piel. Me sentí patética y estúpida por engañarme y engañarlo a él, por seguir con una mentira que intentaba hacer verdad en contra de mi propia voluntad.

Abrí los ojos mientras lo besaba. De verdad que era buen chico, pero ya no sentía nada, ni siquiera aquello que llegué a sentir por él al principio. Y a pesar de eso, no fui capaz de decirle la verdad y continué engañándolo.

Su mano subió hasta mi pecho y entonces me separé lentamente de él. Aparté su mano de mi piel y me bajé el jersey.

—Lo siento, es tarde y tengo que irme ya. Ya hablamos, ¿vale?—le dije con la voz a punto de romperse.

Me levanté de allí y salí de la habitación cuando la canción se acababa. No sabía cómo sentirme, desde luego culpable pero también liberada y a la vez presa de mis propias mentiras y emociones. Deseé estar en otro lugar o querer de verdad a James como pensaba que haría.

Salí del gran pasillo y, casi inconscientemente, corrí hasta el pasillo en el que se encontraba la habitación de Colton. Me sentí aún más estúpida cuando una lágrima solitaria rodó ardiente por mi mejilla. La sequé con la mano temblorosa y llegué hasta su puerta, me detuve y la observé mientras me debatía internamente entre abrir la puerta o marcharme de allí definitivamente.

Escuché pasos pesados al principio del pasillo y apreté las manos en puños. Cogí aire y me preparé para marcharme de allí. Pero entonces me giré y vi a Colton parado a escasos pasos de mí, mirándome con el ceño fruncido. Me di cuenta de que otra lágrima se deslizaba lentamente por mi mejilla y me quedé paralizada como una imbécil. ¿Qué haría ahora?

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora