CAPÍTULO 8

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Él me miró de arriba a abajo y sentí cómo me ruborizaba al darme cuenta de que tan solo vestía mi ropa interior y una vieja sudadera. La estiré, intentando cubrirme todo lo posible con ella y evitar así que él continuara mirándome.

Pero estaba expectante, esperando una respuesta lógica de su parte que explicara por qué la policía los había estado persiguiendo a ambos.

—Si piensas que voy a decirte algo puedes esperar sentada—dijo él acercándose a la ventana y mirando al exterior, hacia el coche patrulla aparcado con las luces encendidas.

Los policías metían a Thomas en el vehículo y, más tarde, arrancaban. La gente que se había congregado alrededor se miraban con gestos de curiosidad y preocupación. Todos podían suponer lo que ocurría, y yo tenía mis propias hipótesis. Solo quería que él me lo contara.

Me aparté de la ventana y me crucé de brazos tras volver a estirar la tela de la sudadera. Me sentía demasiado expuesta. Colton se giró y me miró fugazmente. Supe que no conseguiría gran cosa.

—Lo que pasa es lo que ves: a Thomas se lo llevan a comisaría—dijo simplemente.

—Tráfico de drogas—aventuré, abrazándome a mí misma.

Colton negó con la cabeza repetidas veces y su expresión me hizo sentir mal, por él, por Thomas. Parecía triste en parte y desolado a la vez que enfadado.

—No, no solo es tráfico de drogas. También las consume.

Se dejó caer en mi cama, con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza agachada, haciendo que el cabello le cayera aún más sobre los ojos. Yo me quedé inmóvil, sin saber qué hacer o qué decir. Me sentía impotente y como si yo fuera una intrusa, a pesar de que quién estaba en una habitación ajena era él.

Comencé a tocar el dobladillo de la tela y miré mis dedos mientras lo hacía. Ninguno dijo nada en un rato. Y yo le permití que se tomara un tiempo. Cuando estuviera listo se iría por su cuenta, sin necesidad de que yo le dijera nada.

—Le seguían la pista desde hacía un tiempo y nos pillaron en el momento y el lugar equivocado. Estábamos cerca de la residencia. Eso es lo único que sabrás—dijo aquello y alzó la cabeza para mirarme con una mirada cansada y enfadada.

Yo suspiré y di un paso adelante, entonces él se levantó con rapidez y movió la cabeza, apartando solo un poco su cabello negro de la cara.

—No. —Alzó la mano, deteniéndome—. Gracias por cubrirme.

Empezó a caminar hasta la puerta, pasando por mi lado. Mientras él descorría el pestillo yo sentí el impulso de coger su camiseta y detenerlo, de consolarlo con algunas palabras. Pero no lo conocía y no sabría muy bien qué decirle. 

—Lo siento—dije cuando estaba a punto de marchar. Él pareció sorprendido, pero no dijo nada. 

Se marchó de allí sin despedirse y no se lo recriminé. Volví a cerrar la puerta con el pestillo y me tumbé en mi cama, hecha un ovillo. No pude dejar de pensar en Thomas. Estaba claro que él se había buscado aquello, pues quien juega con fuego acaba quemándose. Y aun así me sentía mal, me daba pena. Entonces sacudí la cabeza. No lo conocía, no podía estar pensando aquello. Quien quebranta la ley y actúa de modo ilegal debe resignarse al castigo que se le imponga.

Si Mary hubiese presenciado todo aquello... Se hubiese quedado muy impactada, como la mayoría de los que habían visto cómo la policía se llevaba al muchacho. Mientras intentaba distraerme con el ordenador, una pregunta apareció en mi mente: ¿Colton también era un camello como Thomas? ¿Tenía él algo que ver con todo aquel asunto de las drogas? Deseché las preguntas, maldiciéndome por estar pensando en aquello, dándole más importancia de la que merecía. Normalmente yo era demasiado ajena a los problemas de los demás, solían causarme indiferencia a no ser que fueran temas más serios. Y, sin embargo, estaba pensando mucho en algo que no me interesaba en absoluto.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora