CAPÍTULO 19

60.8K 3.3K 146
                                    

Abrí los ojos y lo primero que sentí fue su brazo sobre mi cintura y su pecho pegado a mi frente. En cuanto fui consciente de ello abrí los ojos de golpe y me quedé paralizada. Me di cuenta de que también mis piernas se habían enredado con las suyas. Estábamos realmente abrazados. Mis brazos estaban doblados entre nuestros cuerpos y tocaba perfectamente sus abdominales.

Me puse nerviosa. No supe qué hacer y estuve apunto de apartarme de golpe, pero otra parte de mí me impedía el movimiento. Me vi incapaz de hacer el menor ruido o movimiento, y me sorprendí al darme cuenta de que no era tan incómodo como parecía o como pensaba. Su cuerpo emitía un calor que me abrazaba y acariciaba. Me sentía, en el fondo, como si aquel fuera mi lugar.

Él suspiró y su pecho se movió con más fuerza, se removió y entonces yo alcé la mirada para encontrarme con un Colton medio dormido y con el pelo muy revuelto de tal forma que quedaba parcialmente sobre su cara y lo hacía parecer todavía más guapo y sexy.

Mi corazón dio un vuelco y se puso a latir a una velocidad increíble. Temí que él pudiera notarlo. Pero, ¿qué estaba haciendo?

Él gruñó y me apretó aún más contra él.

—Buenos días—saludó con la voz ronca y dormida.

Fui una estúpida porque pensé que aquello me encantaba. Me gustó verlo despertarse, su aspecto por la mañana y su voz adormecida hablándome a mí.

—Hola—susurré mirándolo.

No sabía qué estábamos haciendo ni cómo a lo largo de la noche acabamos abrazados, el uno junto al otro.

La habitación aún no estaba demasiado iluminada, por lo que supuse que sería temprano. Además, las persianas algo bajadas evitaban que la luz entrara por completo.

—¿Has dormido bien?—me preguntó con dulzura, mirándome.

No nos habíamos movido ninguno de los dos. Mi cara tan pegada a su piel que podría besarla.

—Creo que sí—musité—. ¿Y tú?

Me enseñó otra de sus medias sonrisas y me miró a los ojos con los suyos marrones y cálidos.

—Sí.

Dejé de mirarlo y empecé a moverme; traté de desenredar mis piernas de las suyas y lo empujé un poco con la palma de mis manos sobre su pecho fuerte. Justo cuando creía que había conseguido zafarme un poco de él me puso la mano en el hombro,  haciendo que yo quedara boca arriba y entonces se puso sobre mí, sus manos sobre el colchón a cada lado de mi cara.

Abrí los ojos de par en par y observé su rostro serio mirándome, paseando su mirada desde mis ojos hasta mis labios. Y me puse nerviosa al pensar en lo que iba a hacer. Inclinó la cabeza y su cabello rozó mi cara haciéndome cosquillas.

El jersey que llevaba puesto se me había subido y cuando él se agachó cada vez más y dobló los codos su vientre se juntó al mío. Me estremecí y me quedé quieta, conteniendo el aliento, hasta que sus labios rozaron los míos. Fue un simple roce; no fue un beso. Él levantó su peso de mí y salió de la cama, dejándome allí tumbada y aturdida. Pero al instante sentí la rabia hervir dentro de mí. Me incorporé y observé cómo caminaba hasta el armario y sacaba ropa.

—¿Por qué siempre haces lo mismo? ¿Tienes algún problema?—le dije con la voz alzada llena de indignación y enfado.

Él rió y se dio la vuelta. En aquel momento pensé que era demasiado guapo para ser real. Sacudí la cabeza casi imperceptiblemente, como si de ese modo pudiera eliminar ese tipo de pensamientos.

—A lo mejor el problema soy yo. O tú. No estoy seguro. —Se encogió de hombros—. No te lo tomes a malas.

Suspiré de mala gana y me levanté de la cama, por lo que el jersey volvió a caer por completo sobre mis muslos.

Sus ojos rodaron por mis piernas y yo intenté ignorarlo. Cogí mi ropa, que estaba tirada por el suelo e hice una mueca al darme cuenta de que aquello era la prueba de lo que estuvimos a punto de hacer.

Me puse los pantalones y después me quité tímidamente su jersey, dándole la espalda. Cogí mi camiseta ceñida (la de Mary en realidad) y cuando estuve a punto de ponérmela noté sus manos en mis costados, grandes y cálidas, rozando la tela de mi sujetador. Me armé de valor justo cuando noté su aliento sobre la piel sensible de mi cuello.

Me giré y aparté sus manos de un manotazo.

—No estropees el día, ¿quieres?—le dije mirándolo a los ojos—. Dijiste que podías controlarte y eso es justo lo que quiero que hagas.

Dio un paso atrás con las manos en alto y su media sonrisa. Dios, realmente era insoportable y a la vez irresistible.

Me puse la camiseta y traté de peinar mi pelo con los dedos. Él rió y se quitó los pantalones para ponerse unos negros rotos por las rodillas con una cadena plateada que colgaba de las trabillas del cinturón. Su torso seguía desnudo y, tras echar un último vistazo, decidí que lo mejor sería que me fuera.

—Si sabes algo sobre esos tipos que te agredieron...—comencé a decir.

—Tranquila, no dejaré que se acerquen a ti. Eso tenlo por seguro.

Lo dijo con un tono de voz tan seco que me pregunté si su actitud pasota y su sonrisa chulesca de esa mañana no sería más que una máscara para ocultar la preocupación y el dolor. Realmente sabía que él no era como aparentaba, aunque no dejaba de ser un imbécil.

Salí de la habitación y lo dejé allí plantado, observando cómo me marchaba. Suspiré y caminé hasta mi residencia. Me sentía como si hubiera hecho algo horrible. Llegar a mi habitación con la misma ropa con la que había salido la noche anterior no era algo usual en mí. En absoluto.

Abrí la puerta de la habitación sabiendo que era demasiado temprano como para encontrar a Mary despierta, por lo que intenté hacer el menor ruido posible. Pero justo cuando me deslicé dentro y cerré con cuidado, haciendo una mueca al oír el click cuando se cerró la puerta, vi que ella estaba sentada en su cama, esperándome.

—¡¿Dónde te habías metido?!—exclamó poniéndose en pie de un salto.

—Colton me arrastró hasta su habitación.

Una vez lo dije me di cuenta de que no había elegido las palabras más adecuadas de entre todas las posibles para explicarle la situación.

—Sí, eso lo sé. Thomas me dijo que pasarías allí la noche porque habían surgido problemas con la droga. Lo que no entiendo es que pintas tú en todo esto—dijo aceleradamente.

—No lo sé. Estaba hablando con Colton cuando llegó un grupo de chicos hablando sobre el dinero y pegando a Colton. Pensaron que yo era algo así como la novia de él y creyeron que tenía algo que ver. Colton optó por pasar conmigo la noche.

—¡Dios! Hablaré con Colton y le recordaré que no debería haber involucrado a más gente en ese tipo de asuntos tan turbios.

—¡No!—exclamé, deteniéndola—. No es necesario. No fue su culpa y no pasa nada. Estoy bien.

Ella hizo una mueca y se tumbó en su cama.

—Espero que no tengas problemas por su culpa. Como me entere... Te juro que se arrepentirá.

Me reí cuando lo dijo porque sabía que en parte ella no lo decía en serio. Yo sabía que era comprensiva y podía hacerse una idea de la situación. Me di cuenta de que yo ya había dormido, por lo que pensé en ponerme a repasar algunas asignaturas mientras Mary dormía.

Quedaba a penas una semana de vacaciones. 

Miré mi móvil un momento antes de ponerme a estudiar. Tenía un mensaje de James que decía: "¿Te apetece que quedemos esta tarde para tomar algo? Vuelvo ya de casa de mis tíos y de mis padres. Besos". Un remordimiento intenso me azotó como si fuera una realidad que yo desconocía. Me culpé por ser tan tonta, por haberme dejado llevar y no pensar en que realmente tenía a un chico amable y bueno conmigo y yo había pasado la noche con otro que no era él.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora