Capítulo Trece.

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Jhon mantiene un semblante abrumado, el temblor le hace una mala jugada y resulta visible. Siento que lo he defraudado y mi ánimo decae.

-¿Como? -cuestiona, más para escucharlo de nuevo y saber si en el mejor de los casos solo había oído mal o si era cierto.

-Lo que escucho -Repongo sin rodeos y en tono firme y frío.

-Tú no pudiste haber hecho algo tan atroz. -me contempla y sé que se está preguntando si realmente se equivocaba sobre mí, que estaba errado, que tal vez mis padres tenían razón. A veces duele más ver a tu hijo tras unos barrotes que mandarlo lejos.- ¿Cómo, _____? -interroga con una curiosidad desbordante.

-Una vez hace mucho tiempo, salimos a jugar al parque y llovía, era domingo. Entonces, solo jugábamos, cuando cruce la calle, no sabía que él venía tras de mí, después solo recuerdo los gritos de mi madre y las llantas derrapando de un automóvil y a mi papá corriendo como un loco hacia acá, pensé que era por mí, entonces me mire completa y me alegre porque estaba a salvo, les grite que estaba bien, que no se preocuparan, pero me equivoqué, no era por mi, era por Tommy... Quién estaba debajo de los enormes neumáticos del coche gris. Todo fue mi culpa, yo lo asesine, si yo no hubiera cruzado, si tan solo lo hubiera sabido antes... Hoy todo sería diferente.

El semblante se le relaja, y respira muy hondo, siento que ha minimizado tornándolo con pinta de escándalo, y me molesto de pronto, no debí contarle nada.

Me toma de las manos y trato de zafarlas con brusquedad pero él las aprisiona con mucha fuerza debajo de las suyas.

Quiero salir corriendo despavorida y me recrimino mil veces porque demonios dije lo que dije, jamás le hable sobre eso a nadie. Siempre era la niña caprichosa y desenfrenada de los Hardwick, pero nadie conocía la historia oculta tras las paredes de la casa. Eso había sido hace tanto tiempo. Inclusive mis propios padres se habían encargado de no mencionar más el nombre de Tommy en mi presencia, ni que yo lo hiciera porque entonces me abofetearían como si la vida dependiera de ello. Era un insulto. Blasfemia.

El cuarto de ellos estaba saturado de fotos enmarcadas de Tommy. Era un niño muy guapo. De cabello azabache y unos enormes ojos azules que penetraban cuando se enfadaba o que poseían el brillo más hermoso cuando reía por los gestos tontos de papá. Tenía unos labios muy delineados y finos. Era la viva imagen de mi madre. Era hermoso. Era la obra maestra de una pareja enamorada. Era Tommy. El heredero del legado Hardwick. Quién pondría el apellido en lo más alto.

Pero yo me había encargado de arruinar sus planes sin saberlo, sin haberlo planeado. Sin ninguna intención. Y ahora, ellos me odiaban.

-Tu sabes que eso no es tu culpa. Fue un accidente. Un día de mala suerte, _____ -entona mi nombre con dulzura, intenta calmarme pero me rehuso a hacerlo.

-Yo soy la mala suerte, ¿no lo entiende?, todo lo que toco, amo o deseo es destruido. Se va.

-Tu no eres mala suerte, solo trágica, pesimista...pero eso no significa nada, porque todos lo somos alguna vez y esta bien. Sin embargo, creo que esa idea que tienes sobre ti, una mala auto imagen, por cierto, fue construida poco a poco por ti, porque te importaba mucho lo que dijeran ellos sobre ti. Y lo creíste firmemente, no te importo una segunda opinión, no te preguntaste a ti misma quién eras en realidad.

-Al final de cuentas solo nos importa lo que piensen de nosotros las personas que más amamos ¿no?, solo eso importa.

-No, eso no es lo importante. Lo que tú pienses sobre ti, eso es lo importante, porque solo tú vivirás contigo el resto de tu vida, y tendrás que aprender a aceptarte, y solo entonces podrás amarte a ti misma. Y empezarás a preocuparte por ti. A hacer cosas para ti. Al diablo lo que piensa el resto del mundo.

-No creo en eso. El egoísmo no es sano. Creo que en realidad vivimos para alguien, si nadie te reconoce, es como si no existieras.

-Bueno, entonces, yo te reconozco _____, reconozco tu existencia. Si eso te da una razón para vivir...te lo diré todos los días -dice con un ánimo ferviente, y por primera vez pienso que tal vez lo que he pensado de mi todo este tiempo era incorrecto.

[...]

La madrugada arriba a la ciudad, y se respira una tranquilidad cautivadora. El aire corre dentro de mi despacho, llevo las manos en los bolsillos de los pantalones, erguido, con la vista puesta en el horizonte, en la nada. Mi mente divaga pero todo me devuelve al mismo punto, absolutamente todo. Todo es _____, dentro de mi cabeza.

Me siento intranquilo, y solo quiero encontrar una solución, una salida, por más pequeña que sea, por más imposible, solo quiero ayudarla. Pero la pregunta es ¿Cómo?... en lo profundo de mí, reconozco la sensación, ya había estado aquí antes... pero no podía evitarlo. Era ineludible.

Tocan a la puerta y me sorprendo, los pensamientos detienen su marcha. Eran casi las dos de la madrugada, miro nuevamente mi reloj de pared, quizá había desatinado pero no, las manecillas están marcando la misma hora que la vez primera.

Camino hasta la puerta y me detengo.

-¿Quién? -cuestiono con la mano puesta sobre la perilla.

-¿En serio tengo que responder a esa pregunta? -La voz de Richie suena quejumbrosa y exhalo, boto el pestillo y lo hago entrar.

-Ya es muy tarde Richard, hace mucho que paso media noche -anuncio con un cansancio de mil demonios que apenas y me deja seguir de pie.

-Sí, ya lo sé -dice con hastió- Salgamos, Cenicienta.

-¿Estás loco?

-Ehm... sí, ¿y que con eso?, toma tu bolso y tus tacones y larguémonos un rato al bar más cercano.

-¿Que no tienes trabajo por hacer?

-Mañana es sábado, no me fastidies ahora con los deberes, los haré el Domingo...o el Lunes -parpadea un par de veces al percatarse de la gran mentira que había dicho, ¿Los deberes en Domingo? ¡Pff!, los Lunes eran sus días favoritos para hacerlos, como buen irresponsable.

-Puedes hacerlos ahora y entonces tendrás el fin de semana libre para irte de bar en bar -intento persuadirlo aunque sé que no debo apostar mucho por ello.

-Solo tengo que revisar el maldito ensayo ése de Hardwick.-entona hastiado.

-¿El del Parlamento? -repongo con rapidez.

-Sí, ese... fue... -se pausa y me mira directamente- espera, ¿cómo lo supiste? -me señala con su dedo acusador y trago saliva, ¡Bocón!

-Tú me lo dijiste...ayer.

-No me mientas, Bongiovi. No soy idiota... -me mira por una eternidad y de la nada sale corriendo hacia su despacho, le sigo, abre un cajón de su escritorio y saca la carpeta y lo hojea desesperado, como si esperara encontrar algo, entonces se detiene y ríe con burla, lo agarra y me lo avienta directamente en el pecho- Te dije que te alejaras de ella, que no interfirieras... ¿y que es lo primero que haces?, ¡AYUDARLA CON SU ESTÚPIDA TAREA!, ¿Porque te esmeras tanto en hacerlo?-me interroga con el ceño fruncido y colorado por el enfado.

-Richard, es solo una tarea... -trato de minimizar.

-No, no es solo la tarea, es más, al carajo con la puñetera tarea -agarra el manojo de papeles y las aplasta dentro del bote de basura junto a su escritorio- sí quieres le pongo una maldita nota perfecta -escarba y encuentra su registro y con un bolígrafo que saco de un portalapices, garabatea con desenfreno-, ¿lo ves?, no hay problema con eso -ríe como si hubiese perdido la cabeza- lo que me pega en el trasero es que tú me mintieras, que ella me tomará del pelo.

-De acuerdo, está bien, tienes razón y lo siento mucho. Pero Richie, ella necesita ayuda...

-Joder, otra vez "eso", si tú lo dices, y me ruegas para que le tenga consideración lo haré. Desde mañana todo será diferente -amenaza.

Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Where stories live. Discover now