Capítulo Veintitrés

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La noche llega al Instituto, y los pasillos son abandonados a las 7 en punto. Lo sé, puedo verlo, porque camino sola ese primero de noviembre con una sudadera negra puesta y las manos dentro de los bolsillos, pensando en el correo falso, pero ya es tarde para arrepentirse, sería imposible borrarlo de internet.

Cruzo el jardín y en el edificio de la derecha, ingreso casi intentando camuflarme con las sombras.
Rezo porque él este allí, la luz tenue traspasa los vidrios de su despacho y sonrio... él estaba allí.

Toco a la puerta de madera sólida, las letras grabadas en negro "Profesor Jhon Bongiovi" aceleran el pulso de mi corazón, escucho botar el pestillo, y cuando al fin su rostro afilado es visible, el aire se me escapa y las enormes mariposas rebolotean dentro de mi estómago, reverenda estupidez.

-¿_____?... ¿que haces aquí?-frunce y se despoja de sus anteojos para la lectura, cierra el libro de pastas azules marino con una mano, y con la otra me hala hacía adentro mirando a las afueras como un loco antes de cerrar y botar el pestillo otra vez.

-Nadie me vio, Jhon.-digo resentida, vamos, era idiota pero no lo suficiente como para dejarme ver por alguien más que no fuera él. Con franqueza, esperaba una reacción más animada, una sonrisa o un beso-Creo que las sorpresas no te vienen nada bien.

Me siento sobre una silla acojinada también en un color oscuro que me cuesta adivinar por el tipo de luz que emanaba de su lámpara sobre el escritorio también de madera pulida. Siento que el semblante se me entristece un poco.

-Yo... no..., perdoname -suspira al final, después de rendirse ante una explicación que aún no formulaba, coloca sus manos sobre mis hombros y me besa la frente en un contacto largo-.Me preocupa que salgas a esta hora y puedan castigarte.

-Puedo ser cuidadosa de vez en vez si me lo propongo, no soy tan tonta-suelto con fastidio, por impulso, al siguiente segundo pienso que no debí decir nada.

-Prometí que te protegería, _____. A nosotros-su tono se voz flaquea por la apenas perceptible timidez en ella-. Y sí eso implica que te enfades conmigo, esta bien.

-¿Tu tobillo mejoró? -cambio de tema eludiendo así sus ojos azules que me observaban fijamente. Jhon deja su libro a un costado de él, se recarga sobre el escritorio, medio sentandose, se mira la pierna y sonríe, ya más relajado.

-Si -anuncia satisfecho-. Aún no puedo moverlo como antes, pero ya no duele tanto. De hecho estaba por tomarme los medicamentos y cambiar el vendaje ahora. -se empuja hacia adelante con ambas manos, coloco la mía sobre su abdomen cubierto por su camiseta negra de vestir que se le ajusta al cuerpo, es duro, la firmeza de su abdomen me hace enrojecer.

-Lo haré yo -sentencio. En un buro de la pared de un costado una bolsa plástico blanco sobresale, así que la tomo asegurándome que fuese el material correcto- ¿Puedes sentarte? Será más fácil si colaboras, Jhon -sonrio de lado, su semblante sorprendido es difícil de ocultar, agita la cabeza para sacudirse el asombro. Se sienta en su silla y eleva la pierna cuando me acomodo sobre el suelo con las piernas cruzadas.

Doblo sus jeans hasta la pantorilla, y lo descalzo. Pone un poco de resistencia, pero lo fulmino con la mirada, un "no" saldría sobrando. Unto el desinflamatorio en todo la zona afectada y masajeo un poco y de forma leve. No era una masajista profesional, ni siquiera sabía si resultaría bueno, quizás mañana le doleria más por mi culpa, pero eso no calmaba mis ganas de cuidarlo y mimarlo. No hay palabras, de hecho, puedo escuchar su respiración, que en un inicio era profunda pero que comenzaba a tornarse menos estable.

-No voy a violarte, Jhon.

-¡¿Que?! -se empuja hacía atrás.

-Tus músculos ... se están tensando -lo miro. Jhon carraspea, y se rebulle en su asiento. Se lleva la mano a la barbilla y mira hacia su derecha como si no entendiera a lo que me refería o que simplemente estaba equivocandome. Sonrio.

Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora