Capítulo Veinticuatro III

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La lluvia se convirtió en tormenta

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La lluvia se convirtió en tormenta. Las gotas se estrellaban contra el parabrisas inacabadamente, no podíamos ver lo que continuaba, aunque seguro que era más carretera. Jhon desacelero y se pegó más al volante para visualizar "mejor".

Aparecieron dos caminos, después de que abandonamos la autopista principal, giro hacia la derecha. Lo único que pensaba es que ya estábamos demasiado lejos como para preocuparme hacia donde más iríamos. No conocía Londres, mucho menos la Inglaterra completa, así que no tenía sentido memorizarme el mapa o el camino. Al final habíamos andado por la carretera cerca de una hora desde que perdimos el centro.

Un camino de tierra nos guiaba, acompañado de más flora. Olía a fresco y eso no me incomodaba, al contrario, me gustaba. Me tranquilizaba. Aparco a un costado de un pequeño arrollo, se colocó su chaqueta café y bajo ágilmente, después fue hacia a mí y me ayudo a salir. En un movimiento rápido se encontraba sacando una maleta negra del portaequipaje... ¿Qué llevaba ahí?, los homicidas solían traer armas en una valija en la parte trasera de su auto. Camino hasta mí y tomo mi mano derecha. Estaba en silencio, no me decía nada, pero su mano era cálida y era suficiente para mí. El único ruido que emitía era la de su respiración ajetreada. Una cabaña pequeña sobresalía, quizá la única en kilómetros. Mire a Jhon y él me sonrió, después se volvió.

—Corramos o la tormenta hará que enfermemos.

Anduvimos torpemente por las enormes plastas de lodo que más bien parecían arena movediza, sentía que sería tragada en cualquier momento. La cabaña era algo vieja, dos ventanas al frente, un barandal de madera abría paso guardando una pequeña estancia con un diván hecho del mismo material también, anteponiendo dos escalones firmes, a la rustica construcción.

John busco la llave en sus bolsillos, parecía no encontrarla. Palpo su ropa entera desesperado, "Maldición" carraspeo. Finalmente la encontró en su chaqueta. La introdujo en la cerradura, se escuchó un "Clac" empujo la frágil puerta quien emitió un rechinido. Entre lentamente insegura ante la sorpresa.

No estaba vestida para la ocasión. Fue el primer pensamiento. Jhon entro con pasos seguros y el eco de ellos lleno la habitación. Dejo la maleta sobre el piso y cerro con llave nuevamente. Maldita seas Jhon Bongiovi. 

—Iré por unas toallas, espera aquí.

Se esfumo. De las paredes colgaban un par de pinturas, mire hacia mi derecha, una chimenea estaba lista para usarse junto a ella una pila de leña esperaba ansiosa a arder. El sofá café frente a el y la alfombra beige daba un aspecto acogedor. Una puerta en la tercera pared permanecía entrecerrada, no sabía si era la habitación o un baño. El comedor se encontraba justo enfrente de la pequeña estancia, junto a una diminuta cocina, con apenas una estufa, una hielera y un fregadero.

—No es romántico, lo sé. Pero necesitábamos un poco de tiempo para ambos.

Se acercó, llevaba puesta la toalla azul sobre su cuello y ya se había quitado la chaqueta. Extendió la otra sobre sus manos después la llevo a mi cabeza agitándome el cabello para secarlo, pero con cierta sutileza, como si temiera romperme. Me reía.

Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Where stories live. Discover now