Capítulo Diecinueve I

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Los días seguieron su curso, y con ellos mi vida, ubicándonos a mediados del mes de octubre, en donde las hojas verdes de los árboles ahora se teñían de un color rojizo y se desvanecian hasta tocar el suelo, dejando así un sendero colorido en tonos calidos. Y como era de esperarse, Halloween se sentía cada vez más cerca. Los preparativos iban viento en popa, habíamos conseguido arreglos increíbles, nos arreglamos con la mujer de la cafetería para llevar un buffet "exclusivo" y los carteles estaban pegados en cada esquina del Campus, luciendo llamativos. En el que se pedía el fiel apoyo y la asistencia de los alumos apartir de las 8pm hasta media noche, el pasé sería un disfraz terrorífico, después de eso, todo sería gratis.

Sin embargo, las cosas cambiaron un poco, gracias a mis decisiones, buenas o malas, no importaba ahora, ya era tarde para volver atrás, para arrepentirse.

Las terapias seguían, pero me mantenía al margen, no contaría mi vida, regularmente era yo la que terminaba por preguntar cosas absurdas, evasivas. Cosas que salvarán mi trasero de ser analizado por sus ojos verdes. Katy Fellon tenía algo distinto al resto, y no hablaba de su 90-60-90, ni de su cabello rubio o su elegancia natural. Era algo más que no lograba descifrar.

Ademas, había hecho un "plan de amor" para Rebecca y Daniel, que esperaba fuera infalible. El primer paso era hacerles pasar mas tiempo juntos y la única manera que se me había ocurrido era dejarlos sentarse cerca en clase, para eso yo tenía que acomodarme a lado de Bastián. Regularmente llegaba tarde a clase, o iba hacia el punto de reunión: la biblioteca, para esperarlo y después ir al aula juntos y "sorprendernos" cuando los viésemos charlando. Era tarea de Daniel sacar provecho a la situacion.

Claro, iba bien armado a la guerra. Bastian, todas las noches anteriores se encargo de instruirlo. Le habló de como "conquistar chicas", o al menos ser agradable para ellas, así que no tenía manera de fallar.

Pero a como Rebecca pasaba mas tiempo con Daniel y se acostumbraba a su presencia, yo lo hacia con Bastian.

Las palabras de la castaña merodeaban mi cabeza y suenan como un eco, "Le gustas", me replanteo la idea una y otra vez... tal vez... él era un buen chico, eso no lo dudaba, y ultimamente jugabamos a la "oveja y el lobo", era como una beneficencia, todo lo recaudado por él, Rebecca y Daniel, excluyendo a Sofia, a su novio y a Randall iba hacia mis fondos. Todo lo hacía por mí y no podía ignorar ese detalle. Me apoyaba y era lo único que había pedido a gritos a todo el mundo, pero solo él me escucho y hacía algo.

Bastian era guapo y atento conmigo. Pero dentro de mí sabía que eso no era suficiente, que no bastaba, que no era mi Profesor de Leyes, que no era Jhon Bongiovi. No tenía unos ojos azules encantadores ni las líneas a los costados. No tenía la sonrisa enorme y blanca que te hacía sentir bien, que calmaba tus miedos y te proporcionaba seguridad. Simplemente no era él. Y eso dolía. Porque decidí apartarme de aquel hombre desde que le escuché decir que no significaba nada. Algo bastante cruel porque él se convirtió en todo para mí.

Al principio, me había costado, solo ignorarlo en clase ya era demasiado difícil, pero que me hablará y tener que cortar la conversación con tonterías...eso...eso era otro nivel. No podía, pero tomaba fuerzas al recordar sus palabras y entonces me sentía un poco más valiente para marcharme y dejarlo allí varado con un signo de interrogación en el rostro... su malditamente perfecto rostro. Él lo notó. Lo empezó a entender un tiempo después y ahora ya no se esforzaba por siquiera decir "Hola" por las mañanas, ni para ofrecer un café o té y una conversación amena.

Habíamos tomado los roles alumna-profesor y no pensábamos dejarlos ir tan fácilmente.

Sin embargo, como cosa hecha adrede, o una historia invertida... el Profesor Richard Sambora cambió. Así, de la nada, como por arte de magia, casi de la noche a la mañana. Solo fue amable. Fue amable como esas personas que te ceden el paso, que abren la puerta y estiran la silla para que puedas sentarte, de aquellos que te sonríen con amabilidad cuando te topan veinte mil veces y todas ellas lo hacen como si fuera la primera vez. Ya no me molestaba en clase, pero seguía yendo a terapia, al menos una parte de él seguía siendo normal conmigo. Al principio no supe como tomarlo, pero tuve una filosofía sencilla: si él era bueno conmigo, entonces yo lo sería con él también.

Nunca más extraños (Jon Bon Jovi)Where stories live. Discover now