6.

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Está de nuevo en el baño.
Pero esta vez no está encima del váter.
Está cara a él,
y su rostro pálido y flácido se refleja en las aguas turbias.
Su respiración entrecortada
las hace temblar.

¡Maldita sea!
¿Por qué no es capaz?

En su cabeza resuenan de nuevo las risas
de hacía a penas 10 minutos. Crueles, punzantes.

Llora.
Joder, es tan fácil.
Ya lo has consultado en Internet.
Es
tan
fácil.

Echas fuera todo lo que no deberías haber comido.
Todo lo que no debería estar dentro desde un principio.

Pero es tan débil.
Tan inútil.
No sirve ni para eso.

Pero hey, no es una sorpresa.
Ella ya lo sabe, desde siempre.

Se gira y se sienta en el baño, suspirando. Cierra los ojos esperando en silencio a que todo se esfume.

Es entonces cuando lo ve. Por el rabillo del ojo. Se conoce al milímetro las paredes de aquel baño que ya ha hecho suyo por derecho.

De memoria, como las pecas de sus manos.

Conoce todas las palabras que hay escritas en él.

Puta.
Gilipollas.
Amigas para siempre.
Idiota.
Amelia x Marcus.
Gorda.

Pero hay unas nuevas. Escritas con permanente, en una esquina, con letra fea y pequeña.

Se levanta despacio, sorbiéndose los mocos. Pasa la mano por las palabras, y a pesar de que no crean ningún relieve, cree sentirlas bajo su piel.

Es un poema.

efímera.Where stories live. Discover now