11.

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Bajó la mirada hasta el paquete de Oreo que descansaba en sus manos. Estaba sola en su habitación, con la puerta de cerrada. Sentada en el borde de su cama, para que sus muslos no se aplastaran y entrechocaran entre sí, horribles.

Observó la puerta, nerviosa. Se sabía de memoria la expresión que tendría su madre si la veía con las galletas.

Le salivaba la boca.

Ella... Hoy se sentía bien. Quería sentirse bien. Quería comerse aquel paquete de Oreo porque quería, y no sentir remordimientos. A pesar de estar gorda, sí. Se sentía cansada de estar tan pendiente de la opinión de los demás. De la de su familia. De la de sus amigos.

Si hubiera tenido.

Era... Era su cuerpo. Podía comerse aquel paquete si quería. Ni siquiera todo. Sólo dos galletas.

Porque sí.
Porque se lo merecía.
Porque le gustaba comer, y lo reconocía.

Tal vez, en vez de intentar cambiar, podía rendirse e intentar gustarse así, tal cual.

Decidió comerse la galleta, y Dios, estaba tan buena. Valía la pena.
De pronto, notó un sabor agrio en la boca. La pasta se endureció, y se le hizo una bola en la garganta, intragable. Sintió náuseas. ¿Qué estaba haciendo?

Se vio reflejada en el espejo de la pared.
Toda... Ella.

Se dirigió corriendo al baño.
Cerró con llave.

Conocía la expresión de su madre de memoria.

efímera.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें