19.

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Ann traga saliva al quitarse la camiseta. Poco a poco se quita la ropa, mientras el chorro ardiendo de la ducha llena de vapor el cuarto.

La mirada fija al frente, y no precisamente para conservar el equilibrio al quitarse los pantalones.

No vaya a ser que sin querer baje la mirada y vea el horror. Los michelines sobresaliendo de sus braguitas, el ombligo saliente, las estrías en sus pechos demasiado abundantes, sus enormes piernas rozando una con otra. Dios, deseaba con tanta fuerza tener thigh gap que casi podía imaginárselo.

Entró en la ducha, y sintió cómo toda ella temblaba. Toda flácida.

Se duchó. Se enjabonó con los ojos cerrados con la excusa de que era para que no le entrara jabón en los ojos.

No estoy tan mal, no estoy tan mal.
No es para tanto, no es para tanto.

Su mirada se deslizó -casi cruel, para desmentir sus fantasías- hacia el espejo.

No supo que contenía el aliento hasta que se le escapó de los labios.

Estaba cubierto de vaho.
Estaba a salvo.

efímera.Where stories live. Discover now