21.

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Aquel día no había ningún poema.
Al principio no pensó nada, sus dedos, como de costumbre, se deslizaron tenuemente sobre las letras. A penas rozándolas, como el aleteo de una mariposa, o la brisa del mar a las 6:35 de la mañana, cuando el sol comenzaba a salir en verano.

No lo quería reconocer, pero temía desgastar la tinta. Temía que aquellas palabras pudieran desaparecer, y que una parte de ella -aquella que había conseguido salir a flote-, se desvaneciera también.

Ya no se acordaba del pasado en el que no había textos esperándola en una pared, o tal vez se esforzaba en no acordarse.

Al principio no pensó nada, pero luego pensó que tal vez había pasado algo.

No había pasado nada, pero en aquel momento pasó.

Se abrió la puerta del baño, y Ann se levantó con tanta brusquedad que se golpeó la cabeza con la pared del minúsculo cubículo.

Pasos.
Pasos confiados.

Silencio.
No se abrió ninguna puerta, ni se cerró, ni se encendió ningún grifo. Tampoco se abrió ningún bolso, o sonó la secadora.

S i l e n c i o.

Ann esperó.
Ann sabía esperar, lo había estado haciendo toda la vida, aunque no supiera a qué. Tenía tiempo. Aún faltaba para la siguiente clase.

Ann esperó, y la persona del exterior esperó también.

efímera.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ