24.

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Ann no volvió a ir a aquel baño.
No podría decir exactamente por qué.
No quería, y punto.

Iba al del segundo piso, y sólo cuando era estrictamente necesario.

Eso sí.
Sus dibujos ya no fueron los mismos.

Se percató de que ya no tenía cómo desahogarse.
Ni dónde.
El peso la empujó hacia abajo y tan adentro de sí misma que se olvidó de cómo era el exterior 

Se preguntó cuánto le duraría el oxígeno hasta morirse de asfixia. Hasta que, claro.
Recordó que su cuerpo era enorme.

efímera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora