17.

119 16 1
                                    

Observó cómo la chica entraba en el baño. Como todos los días.

Había otro poema suyo esperándole, y por la expresión esperanzadora de ella, debía estar esperándolo.

Se alegró. Hacía tiempo que no se alegraba por nada, pero le gustó hacerlo por alguien.

No había vuelto escucharla llorar.
No se había sentado de nuevo en la tapa del váter con las piernas recogidas.
Ni delante de él, sufriendo arcadas.

Ahora, si iba al baño, era para leer las palabras que había escrito para ella.
Se la imaginaba repasando las letras con sus dedos, soñando cómo debían haberlas trazado, como cuando observaba los trazos de una obra de arte. Se imaginaba su expresión sorprendida, casi la misma asustada que le perseguía por los pasillos. Se imaginaba lo que sería pasar sus brazos encima de ella para tranquilizarla.

O sus labios por su cuello para susurrarle, que sí, que ella era también una obra de arte que...

Sacudió la cabeza.
Dio unos golpecitos a su cigarro.

Sólo esperaba poder salvarla.

efímera.Where stories live. Discover now