23.

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Ninguna comentó que habían otros cinco cubículos vacíos.
Ni que ambas debían estar dirigiéndose a clase.

La chica se coloreó de nuevo los labios, y los chasqueó. Ann se veía reflejada en el espejo, pequeñita, atrás.

Era delgada, muy, muy delgada. Menuda. Parecía una muñeca desgastada y rota. Llevaba el pelo tintado de gris, cortado por encima de los hombros. Deshecho. Todo ella parecía deshecho: la ropa oscura, los ojos mal pintados.

Las ojeras bajo ellos.

Tenía la otra mano apoyada en la pica, y sujetaba un cigarrillo entre el índice y el corazón. Cuando se lo llevó a la boca, sus dedos quedaron iluminados con la luz de plástico.

Estaban manchados de negro.

Ann tragó saliva.

-Tengo que irme- murmuró.

Y se fue.

Por suerte, Effie no.

efímera.Where stories live. Discover now