22.

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Ann miró el reloj.
Tictac, tictac.

El tiempo volaba.
La clase iba a empezar.
Y ella[s] seguía[n] ahí.

No lo entendía. ¿Por qué no se iba? La estaba esperando. La estaba esperando. Oh, Dios mío. Sabía que estaba ahí, estaba claro.

No quería. Noquerianoquerianoqueria. No quería que nadie se fijara en ella.

Pero la clase iba a empezar. La de dibujo. Y eso no podía fastidiarlo también.

No pasaba nada si salía, ¿no? Eran paranoias suyas. Nadie se fijaría en ella. Irónico, teniendo en cuenta que no era precisamente pequeña. Nadie sabía lo que ocurría en el baño.

Tonterías. Claro que no.

Tal vez incluso ya había salido, y no lo había oído hacerlo.

Tictactictac.

Salió abriendo la puerta de golpe, roja, como si hubiera acabado una maratón. Ridícula, como siempre.

Se detuvo. Había una chica de espaldas a ella, mirándose en el espejo. Se repasaba los labios con un color mate y oscuro.

-Vaya- dijo-. Me preguntaba cuando podría utilizar el baño. He estado esperando.

[te].

efímera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora