Capítulo 2 - El Despertar

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Al mirar vio a un hombre joven con una piel casi tan blanca y limpia como el más fino lienzo, su rostro fileño y armónico, su nariz alargada y pulida, su cabello era castaño crespo y un poco largo en la parte superior, pero corto en la inferior, sus labios eran rojos y semi-carnosos; la luz caía sobre él como queriendo acariciarlo mientras dormía, pero a pesar de que estaba inconsciente, le sostenía de manera segura la mano como si se negara a dejarle ir a algún lugar.

Así pasaban los minutos mientras le observa en su descanso, todo se llenaba de silencio, todo se disipaba, excepto su rostro, solo estaban los dos, no había más que el calor de su mano sujetada; durante ese tiempo se preguntaba quién era, si aquel respirar que escuchó provenía de él, si aquella mirada provenía de él, por qué no lo recordaba, por qué le sujetaba la mano de esa manera; solo existían sus dudas y aquel rosto.

Mientras caían las gotas del compás, le invadieron ganas de tocarlo, pero aún no era capaz de controlar su cuerpo a voluntad; centraba su mirada, sus fuerzas y voluntad en la mano derecha, aunque le costaba trabajo controlar sus movimientos, con cautela y la ayuda de sus dedos logró llegar hasta su cabello -qué suave es, debe tener un aroma exquisito- se dijo; entre las caricias, sus dedos se enredaron en el cabello y lo haló levemente sin intención, esto causó que el sueño de aquel hombre se acabara mientras sus pestañas curvas empezaron a moverse, sus parpados se abrieron lentamente dejando ver aquellas pupilas color miel que eran nuevamente alcanzadas por los rayos de luz filtrados entre las cortinas blancas y que le cautivaban; él levantó su mirada percatándose de la novedad y con una gran sonrisa que dejaba ver dos hileras de dientes blancos entre sus labios rojos que decían -!Violeta¡- ella desorientada pensaba -¿Violeta? ¿Es ese mi nombre?- el joven apresurado gritaba -¡Doctor! Doctor, venga, Violeta despertó- la antes durmiente reaccionaba mirando a todos lados intentando reconocerse, reconocer a quienes la rodeaban. Las enfermeras que entraban al cuarto dirigiéndose a ella con afán, le tomaban el pulso, observaban sus pupilas, pero aquel joven no soltaba su mano ni un solo instante mientras la miraba con temor.

Por más que trataba de recordar su nombre, no lograba hacerlo; el joven la miraba nervioso sin saber qué hacer más que sostener su mano mientras ella se quebranta en llanto al no poder recordar nada, pero él aún lucía desconcertado, desubicado sin nada qué decir ante lo sucedido. Ahora era ella quien lo sujetaba fuerte como su única ancla ante un mundo desconocido, con solo su mirada y sin una sola palabra. Ella le dijo en silencio -¿Dime qué pasa? ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí?- Las enfermeras le inyectaban un calmante ante la reacción inesperada y sus emociones se fueron rindiendo lentamente mientras observaba al joven que no se alejaba de su lado a pesar de su expresión de desconcierto.

Nuevamente se encontraba en la oscuridad donde vagas imágenes volvían a su mente, flores, un atardecer en la playa, luego escuchó una voz que le murmuraba mientras alguien le entregaba un hermoso anillo con una amatista, pero estás imágenes eran nubladas luego de escuchar un estruendo y ver luces de ambulancia; nuevamente oía el grito desgarrador que pronuncia un nombre "Violeta" estas imágenes y voces daban vueltas en su cabeza rellenando hasta el último pensamiento; en ese momento reaccionó y despertó de golpe. Junto a ella observaba al hombre joven con una actitud más comprensiva, calmada y que con voz dulce le decía -tranquila, yo estoy contigo y no te dejaré sola- ella lo observaba preguntándose si él es el mismo hombre de las imágenes que llegaron a su mente.

Sosteniendo su mano la miró a los ojos y le dijo -sé que tienes preguntas y que quieres saber lo que está pasando, pero será de a poco, por ahora solo te diré que mi nombre es Henry y que tú eres Violeta ¿Lo recuerdas?- ella respondió moviendo su cabeza y lo miró fijamente percibiendo tristeza, al igual que temblor en sus pupilas, pero se sentía segura a su lado al escuchar su voz suave y susurrada, la cual llenaba la habitación con solo una palabra pronunciada de sus labios rojos, así que un poco tímida encogía sus hombros y sonreía pensando qué tipo de relación había entre ellos, qué lazo los unía, sería su hermano, un amigo, su novio quizás; eran muchas dudas que le invadían en un segundo, pero la atmósfera era tan perfecta que prefería guardarlas para luego, ahora solo quería sentir la calidez de su piel que se deslizaba entre sus dedos mientras la seguía sosteniendo, su mirada era tan fija que era como recorriera cada espacio de su cuerpo.

Su piel se contrajo con una corriente fría; era una ráfaga de aire que provenía desde la ventana, mientras las cortinas bailaban, él se apresuró a cerrar la ventana soltando su mano, pero ella por reflejo lo sujetó fuerte y evitó que se levantara, él volteó la mirada haciendo un recorrido que subía por su brazo llegando hasta sus ojos percatándose de lo erizada que se había puesto su piel y ante la negativa de soltarle le dijo -creo que la brisa es muy fría ¿me puedo sentar junto a ti? no quiero que te resfríes- ella agachó la mirada y con un sutil movimiento de cabeza le dijo que sí; Henry se sentó a un borde de la cama y cruzando su brazo detrás del cuello de Violeta acercando más sus cuerpos, pero ella entrelazaba sus brazos tímida sintiendo como sus latidos se aceleraban, su rostro se calentaba señal de que se estaba sonrojando; su tacto se agudizó al sentir como el brazo cruzaba por encima -todo es tan extraño- pensó -¿Cómo mi cuerpo reacciona de esta manera por alguien que ni siquiera recuerdo?- cuando Henry se disponía a terminar de ubicarse al lado de Violeta, la puerta se abrió de golpe... 

Olvidarte para amarteWhere stories live. Discover now