Capítulo 6. Las fotos de James

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Me levanté a abrirle a la lechuza, que me tendió la pata con la carta. Me acerqué a la cama y encendí una vela con las cerillas. Efectivamente, la carta era de Mara. Me decía lo que me había dicho Luke, pero que no le había dicho el por qué le dijo que no. También dijo algo que yo había pensado, que la escoba y el Quiddich eran una excusa para no tener que pensar en él y no sentirse peor, todas sabíamos que no podría entrar en el equipo, es muy duro.

Volví a la cama, pensando cómo arreglar lo de Alice y Luke, pero, por fin, mis ojos se cerraron y me enviaron al mundo de los sueños.

Alguien me despertó. Abrí mis ojos sobresaltada, para mi sorpresa, era Harry.

— Buenos días.— me dijo sonriendo y se sentó donde siempre con sus canicas.

Así, tan normal, tras la pregunta incómoda que hizo allí... ¿Qué les ha hecho Italia a los chicos?

Me levanté con dolor de cabeza, me faltaban horas de sueño. Bajé a desayunar, aunque sólo estuviera desayunando Jack y me diera un saludo con la mano.

— Mamá, ¿cuesta mucho aprender a aparecerse?—le preguntó a mi madre, creo que él podría examinar se este curso, su cumple es en marzo, quizás si.

— Al principio sí, pero en cuanto le coges el tranquillo esta chupado.— contestó mi madre.

— Eso no ayuda. Es como si yo te digo, jugar al Quiddich es difícil...— empezó a decir mi hermano.

—Ni se te ocurra seguir por ahí, Jack.—dijo mi madre, Jack había tocado la fibra sensible de mi madre.

Jack se fue antes que yo, con cara de preocupación, supongo porque le da miedo no aprender o que le salga mal, y tiene una gran responsabilidad de hermano mayor ejemplar, pero podría relajarse un poco, Charlie hace eso muy bien, sobre todo tratándose de Hogwarts.

Cuando volví a mi habitación, Harry seguía allí, jugando a las canicas rodeando todas las cosas que tenía por medio. Me cogí un moño y me propuse recoger. Incluso la ropa de la maleta.

Pensé que me llevaría menos, pero me tuvo ocupada hasta casi la hora de comer. Aún así, me dio tiempo a responderle a Mara. La carta de Alice, todavía no había llegado, eso me ponía nerviosa, en cuanto llegase pensaba enseñársela a Luke, obviamente después de leerla y ver que llevaba razón. Necesitaba arreglar esto con Luke.

Tras la hora de la comida, Harry y yo jugamos al ajedrez con unas nuevas piezas que mamá le había comprado. Sé que no soy de Ravenclaw, pero eso de que un niño de once años me gane al ajedrez me parece excesivo. Se rió de mi durante un rato, lo peor es que su risa es de estas que te hacen reír, y claro, acabé riéndome con él y perdonándole la masacre.

Pasé el resto de días de las vacaciones esperando una carta de Alice, pero no llegaba. También respondiendo a las preguntas de Harry y desmintiéndole lo que le habían dicho los demás para asustarle o hacerle parecer tonto.

A un día de la salida del tren, como si fuera un milagro, mi habitación estaba ordenada y pude meter las cosas en el baúl ordenadas y rápidamente. También ayudé a Harry a hacer la suya, aunque iba mucho más vacía que la mía, pero una promesa es una promesa, por tonta que sea.

Cuando acabé con Harry me dirigí a la habitación de Luke, pero sólo estaba Jack, así que decidí irme.

— Deja de intentarlo, Sam. Ya le conoces, cuando se dé cuenta de que no es tu culpa volverá a ti.— me tranquilizó Jack.

Sinceramente, no fue muy tranquilizador, no podía creer que Luke se lo haya contado a Jack... Bueno, no estoy yo, en alguien tiene que confiar.

El día se pasó rápido, y casi sin darme cuenta ya estaba en mi cama lista para dormir.

Eh, Potter!Where stories live. Discover now