Capítulo 8. El cáliz de fuego

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Alice me despertó, empecé a hacer aspavientos para todos lados y esto hizo caer todas las fotos. Es. Demasiado. Temprano.

Tina, desde buena hora, ya me miró con mala cara por las fotografías en el suelo. Me agaché a recogerlas, no por ella, obviamente ella no me importaba nada, sino para que no se perdieran, para un alto al fuego que tenía con James no iba a dejarlo por ahí tirado.

Después de recogerlas y esconderlas en mi almohada, me puse el uniforme y la túnica, cogí la mochila con varios libros, pergaminos, una pluma y tinta. Casi se me olvida la varita, que la metí en el bolsillo de la túnica.

Llegamos como una marea de zombies al gran comedor, unos zombies internacionales, porque los chicos y chicas de Dumstrang estaban peor que nosotros. Vi llegar a algunas chicas de Beauxbatons muy sonrientes y bien arregladas. Les miré con mi cara de odio-asco, ¿cómo pueden ir tan contentas a las siete de la mañana? Me tomaba mi tostada cuando Harry se sentó a mi lado.

— Estoy nervioso.— me dice mientras intenta echarse un vaso de zumo, pero derrama casi toda la jarra sin que caiga nada dentro del vaso.

— Lo vas a hacer genial, Harry.— le digo echándole yo el zumo y le soy un beso en la frente.— Es tu año, no el de Jack, Luke, Ken o Charlie. Es tú año y tú vas a triunfar.— vi una sonrisa detrás del vidrio del vaso. Debería dedicarme a ser animadora de personas.

Volvimos a la torre para que el profesor y subdirector, Longbottom, y además jefe de nuestra casa, nos diera los horarios con un toque de varita. Vi a Jack de los primeros de la fila, estar en un curso tan alto debe de ser horriblemente estresante además de aburrido.

Mi horario de este año no era tan malo como el de otros años, es más, incluso me gustaba. Hoy a primera hora tocaba Pociones. Nos dirigimos allí, chocando con mucha gente, este año era peor, porque los chicos de los otros colegios también tendrían que estudiar aquí, y ellos no conocían esto, así que iban igual de perdidos que Harry o Sophie.
Las clases se me pasaron, por primera vez en años, rápidamente. Quizás porque soñaba presentarme al torneo y así poder tener gloria eterna, y, para ello, tendría que saber varias cosas.

Tras las clases estuvimos en el gran comedor, esperando que McGonagall diera las instrucciones del torneo.

— Gloria eterna. Aquello es lo que recibirá el campeón ganador del torneo de los tres Magos.- comenzó a decir.— No es un torneo para pusilanimes, es un torneo de valor, corazón y experiencia. Por ello, los tres directores hemos decido poner una edad mínima para participar en el torneo.— no puedo creer que estén haciendo esto otra vez, no por dios.— Y serán los quince años.

— ¡No me lo puedo creer!— empecé a chillar yo, pero mi chillido se ahogó junto con los de los demás.

Mi cabreo era visible, no sé como, conseguí aislarme del ruido y respirar para calmarme.

— Deberías calmarte, se te está hinchando una vena del cuello.— dijo un chico a mi lado. James.

— James, no estoy de humor.— por favor, déjame.

— Los alumnos que quieran participar, tendrán una semana a partir de hoy para echar su nombre en el cáliz de fuego.— la directora se dio la vuelta y le quitó una tela al cáliz que había estado tras ella todo este tiempo.— Mucha suerte a todos.

— Adiós a mi gloria eterna.— dije bajito.

— Sabías perfectamente que era un suicidio. No te habría dejado meter tu papel ahí.— me dijo Mara.

— Llevo esperando toda mi vida a esto, Mara. No espero que lo entiendas, pero es como si al morir te cerraran las puertas del cielo en tu cara.

— Yo también iba a presentarme.— dijo James.

Eh, Potter!Where stories live. Discover now