Capítulo 13. El laberinto de acromántulas

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Teddy y Jack estaban en su armario, Charlie y Luke fueron a mantener entretenida a la señora Conners, Ken, James y yo ya estábamos bajo la capa de invisibilidad al lado de la puerta a la espera de la reunión.

Escuché las campanadas, y mientras las contaba vi aparecer a los profesores y la directora, y mi corazón empezó a acelerar el pulso en mis venas.

Se acercaron a nosotros mucho y por un instante imaginé que nos iban a pillar. Llamaron a la puerta con un sutil golpecito y Longbottom se apresuró a abrirles nosotros nos colamos antes de que echara un último vistazo al pasillo y cerrara la puerta tras sí.

El despacho de Neville tenía dos sofás y una mesita baja además de tener un escritorio al fondo delante de un gran ventanal. A la derecha había una corta escalera que llevaría, seguramente, a su habitación y una chimenea que irradiaba calor hasta los sofás. Bajo la capa de James se notaba el calor y empecé a sudar, nos colocamos sentados en las escaleras dispuestos a escuchar toda la conversación.

— ¿Cómo van las mandrágoras, señor Longbottom?— preguntó la directora.

— Algunas ya están casi maduras, pero he tenido que pedirle a alumnos que me ayuden con los transplantes para poder llegar todas maduras a la fecha, señora.

— ¿Le ha dado alguna al señor Malfoy?— volvió a preguntar ella.

— Ya estoy trabajando en la poción, en pocos días tendremos los primeros frascos.— le informó Malfoy, con su perfecto pelo que me ponía nerviosa y a la misma vez, me daban unas ganas tremendas de tocárselo.

Alguien llamó a la puerta y el silencio se instauró entre los presentes, incluso yo tenía un mal presentimiento. Neville abrió la puerta y sólo resultaron ser los otros dos directores, Olympe Maxime, la enorme mujer que dirigía la escuela de Beauxbatons desde hacía años y un señor con cara de pocos amigos, como casi todos los de Dumstrang. Este hombre, además tenía unos feos cortes en la cara, los ojos negros penetrantes y una nariz torcida. En cuanto entró se quedó mirando la escalera y me pregunté si sabía que estábamos allí, pero siguió su camino sentándose al lado de Maxime, en uno de los sofás.

— Los profesores Malfoy y Longbottom me acaban de decir que todo va correctamente, podremos sacar las acromantulas al laberinto para realizar la segunda prueba.— dijo McGongall y yo instintivamente miré a mi hermano y le cogí la mano, él tenía la cara desencajada y se estaba poniendo blanco.

— Fantástico.— dijo con notable felicidad la directora de Beuaxbatons.

— Yo sigo opinando que es peligroso para los chicos, aunque la caja de música tenga la solución del laberinto, podrían morir allí dentro.— dijo el señor de Dumstrang.

— Soretov, ya sabemos tu opinión sobre esto, pero el ministerio es el que mueve los hilos de la competición.— le dijo nuestra anciana directora.

— ¿Y tenemos que dejar que el Ministerio quiera matar a nuestros alumnos por un poco de fama?— preguntó Soretov alterado.

—Deberíamos trasladar la reunión a otro lado, señora directora.— dijo Malfoy.— El señor Longbottom mañana tiene clase y debe dormir.— y los tres asintieron y salieron por la puerta, nosotros estábamos dispuestos a salir cuando alguien nos quitó la capa de encima.

— No es de buena educación escuchar conversaciones ajenas, Potter.— dijo Draco y Longbottom quedó impresionado.

— ¿Por qué sólo yo?— preguntó James perplejo.

—Seguro que eres el cabecilla de esta operación.— le dijo Malfoy apuntándole con su varita.

— Pero si han sido Sam y sus hermanos. Ay.— el pisotón le debió doler, porque hasta a mi me dolió el pie.

— Pero aquí sólo está Ken Sanders... ¿Y los demás?— preguntó buscando por la habitación.— ¿Y los demás, Sanders?— dijo apuntando me con su varita.

— No pienso hablar, señor.— dije y arrastré la última palabra.

— Eso es una infracción muy grave, sino confiesas me veré obligado a...

—No puede usar ni veritaserum ni una maldición imperdonable.— le interrumpió Ken.

— Ken, esperaba más ingenio por tu parte que venir a averiguar la prueba...— dijo el señor Malfoy decepcionado y bajando la varita.

— Solo acompañé a Sam que quería... ¿Qué es lo que querías Sammy?— preguntó él dando se cuenta que no les conté el motivo de mi salida.

— Solo quería saber que pasaba con el exceso de transplantes de mandrágoras.— expliqué.

— ¿Y que tienen que ver ellos dos en todo esto?— dijo señalando con una mueca de asco a James y Ken.

— Necesitaba la capa de James para que nadie me viera, pero el insistió en venir. Ken sólo intentó detenerme, pero ya sabe, sino puedes con tu enemigo, te unes a él.— eso fue un golpe bajo por mi parte, iba con segundas intenciones y él la pilló al vuelo.

— Como veo que no me van a confesar sus ayudantes, le quitaré veinte puntos a Gryffindor por cada uno...— empezó a decir, pero no pude evitar no responderle.

— Eso es excesivo...— comencé a decir yo, pero fue él el que me interrumpió.

— ¿Prefieres que sean treinta, Sanders?— y yo agaché la cabeza y negué.— Además ustedes y las personas que yo crea conveniente serán castigadas durante una semana tras las clases.

— Pero hay entrenamiento de Quiddich.— se quejó James.

— Este año la liga está parada, Potter, no creo que le echen de menos.— dijo Draco y se fue.

Longbottom no se movía de donde estaba, seguía petrificado. Nos giramos para irnos al ver que él no iba a decirnos nada.

— Quietos ahí los tres.— dijo antes de que mi mano tocara el picaporte.— He de decirnos que es una vergüenza esto para nuestra casa. Esas pérdidas de puntos nos sitúa en última posición, y este año sin Quiddich no sé cómo va a levantarse esto. Estoy muy decepcionado.— dijo apoyándose en el escritorio y haciéndonos una seña para que nos largásemos.

Salimos al pasillo y antes de abrirles a Teddy y a Jack comprobamos que no estaba Malfoy por ahí.

— ¿Qué ha pasado?— preguntó Jack nada más salir.

James se lo contó todo porque yo no tenía ni ánimo para hablar.

— ¿Entonces si el lo considera también nos puede castigar?— y yo asentí.

Comenzamos a andar y nos despedimos de Teddy. Durante el ascenso a la torre nadie habló, sólo se escuchaba el eco de nuestros zapatos.

— Un maldito laberinto de arañas gigantes asesinas. El Ministerio se ha lucido.— dijo Ken nada más entrar y se acercó a mirar el fuego.

— Dijo que la clave para descifrarlo estaba en la caja de música.— le dije yo dándole esperanzas.

— Todavía sigue sin funcionar.— dijo Ken triste.

— Ken, encontraremos cómo salir de esta.— le dijo James.

— Eso espero.— dijo Ken en un suspiro.

Sam, Sam... Siempre metida en líos... No puede seguir así. Esperemos que al señor Draco Malfoy (mi Malfoy) no se le ocurran grandes cosas.
Espero que os haya gustado y os doy gracias por seguir leyendo mi historia.

Pd. ¿Alguien más ama la familia Malfoy?
Abrazos de oso 🐻 mrs. Malfoy

Eh, Potter!Where stories live. Discover now