Capitulo 20. El despacho de McGonagall

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He llagado a la conclusión de que no soy una verdadera Gryffindor, llevo huyendo de James y Jake dos meses.

Sí, dos meses, menos mal que ha llegado ya la primavera y con ella la segunda prueba del torneo.

Isaac y sus amigos me siguen cayendo bien, pero si alguno se me acerca, sin contar a Isaac, obviamente, huyo rápidamente y me refugio en el biblioteca.

Durante mis largos ratos en la biblioteca conocí a DeDe, era muy simpática, y apruebaba que Ken y ella estuviera empezando algo, pero qué no hayan dicho nada, puede ser peligroso, o eso dice ella.

Tampoco Alice me habla, cree que lo de Luke es culpa mía, y se está yendo con unas chicas de Ravenclaw, la echo realmente de menos.

Todo iba genial, me parecía que estaba empezando a salir a flote, en la clase de Herbología había que conseguir el fruto de una planta cuyo nombre no recuerdo.

— Solo Sam.— James me susurró en el odio desde detrás sin siquiera ser percibido y salté del susto.— Necesito que dejes de evitarme.— me incomodaba detrás de mí, pero seguí con mi tarea sin mirarle.— Eh, mírame.— no obedecí.— ¿Por que me evitas? No soy el que planeó aquello, no fui yo quien la cagó mientiéndote con un futuro que no existía...— suspiró.— Sam, te necesito. No puedo verte sólo en el campo de Quiddich.

— James, déjame.— le dije dándome la vuelta con mis frutos recolectados.

— No puedo.— dijo cogiendo mi muñeca derecha.— No puedo dejarte.

— James, suelta mi muñeca. Ahora.— le dije muy enfadada.

— No hasta que me prometas que no me vas a evitar más.

— Potter, suéltame.— dije elevando un poco el tono de voz.

— Sam, por favor.— me imploró.

— ¡James que me sueltes!— chillé y todas las miradas fueron a parar a nosotros dos y vi a Mara negando con la cabeza, diciendo que James no aprendía.

— ¡Sanders, al despacho de McGonagall ya!— me ordenó Longbottom.

Tiré los frutos al suelo, muy enfadada de tener un castigo por culpa de James. Llegué al despacho de la anciana directora, y subí lente te la escalera.

— ¡Sam! ¿Qué tal querida?— me dijo desde detrás de su escritorio mientras removía su taza de té.

— El profesor Longbottom me ha mandado aquí.— le dije.

— No te dijo la razón.

— Supongo porque he estado a punto de pegarle a James durante la clase.— dije mirando avergonzada.

— Coge una galleta, Sanders.— me dijo y yo quedé como estúpida.

— ¿Que qué, señora?

— Coge una galleta y siéntate.— me dijo.— Debemos esperar a los demás.

— ¿Los demás?— pregunté confusa, pero ella en respuesta de llevo la taza a los labios.

Estuve casi media hora allí comiendo galletas. Me arrepentiría de esto.
De repente, alguien llamó a la puerta. El nuevo Flinch apareció.

— ¿Les hago entrar, señora McGonagall?— y la directora asintió.

Harry y una chica rubia de Beauxbatons entraron. ¿Qué haríamos los tres aquí?

— Sentaos por favor.— y ellos obedecieron.— Estáis aquí puesto que sois los tesoros de los campeones del torneo.— los tres estábamos muy confusos y por ello ella siguió explicando.— Mañana será la segunda prueba, es un laberinto, pero dos de vosotros ya lo sabíais.— dijo mirándonos a mí y a Harry.— Vosotros tres sois el objetivo de los campeones. Señorita Weasley.& dijo dirigiéndose a la chica rubia, ella debía ser la hermana de DeDe.— Usted es el objetivo de Manon. Señor Sanders, usted el de Ken, su hermano y la señorita Sanders, la de Isaac. Entiendo que estén confusos por no saber que hace aquí si todavía no han cenado.— dijo ella al ver que seguíamos con cara rara.— Deben entrar en el laberinto antes de que soltemos a la acromántulas.— Vickie empezó a gritar y Harry y yo la miramos confusos, nosotros también deberíamos estar allí, pero no exagerábamos tanto.— Ahora el guardabosques les traerá la cena. ¿Alguna pregunta?

— ¿Podemos llevar la varita?— pregunté.

— Muy buena pregunta, Sam. Las llevarán los campeones, cuando ellos lleguen os las podrán dar.

— ¿Van a ir solos en nuestro rescate?— preguntó Harry, y Vickie empezó a llorar.

— Tendrán derecho a un compañero, pero no lo escogerán hasta antes de entrar en el laberinto y ese acompañante debe correr el riego de todo lo que esto conlleva.

— Ken no puede elegir a Luke, Charlie o Jack.— dije alterada.— Mi madre no puede perder a más de tres hijos.

— Samantha, te prometo que no dejaré que muráis ninguno.— me dijo la directora.

— Mejor, prométame que no dejará a Ken elegir a algún otro Sanders.— dije mirándole a los ojos y notando como mis ojos se llenaban de lágrimas.

— Te lo prometo.— me dijo ella agarrándome la mano con firmeza.

No tardó mucho en llegar la cena: guisantes y pescado. A penas comí, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para comer.

Mi único objetivo sería mantener a Harry con vida. He oído que hay escuelas en Shangai y Oriente Próximo donde sus magos no usan varitas, sino que con su voluntad y su poder realizan los encantamientos (y con movimientos de manos, pero cada uno crea su propio estilo), mientras no tenga varita intentaré hacerlo por su hay problemas.

Tras la cena, los tres directores estaban en el despacho de McGonagall decidiendo algo así que nos mandaron ir a coger ropa cómoda y caliente pero sin decir nada y luego enviarían a alguien a por nosotros.

Llegué a la habitación sin mirar a nadie, me quité mi túnica y el uniforme y me puse la ropa que cogí cuando escapé al bosque prohibido. Mara intentó hablarme pero mi voz no conseguía salir de mi garganta, la veía preocupada, pero no podía decir nada, ya lo entendería.

Bajé a la sala común y me senté en el sofá más cercano a al pasadizo de la señora gorda.

— ¿Piensas escapar sin mi?— James se sentó a mi lado.

— James, no tengo...humor para hablar.— por fin mi voz volvió.

— ¿Por qué no?— me preguntó pero el prefecto de Gryffindor vino en mi búsqueda y su pregunta quedó colgada en el aire. 

Harry vino con nosotros y en poco tiempo estábamos en la puerta de Hogwarts.

— Hagrid, el antiguo guardabosques, os llevara al laberinto.— nos informó McGonagall a los tres.— Varitas, por favor.—y le entregamos nuestras varitas.— Suerte, pequeños.

Hagrid, el amable guardabosques jubilado que todavía vivía en Hogwarts, comenzó a andar por el bosque con una gran lámpara. Ni él podía decirnos algo así que me concentré en llevar mi poder a mi mano, era en vano, pero por Harry conseguiría un ápice de poder sin varita. Por su protección.

Llegamos a la puerta del laberinto donde había muchas gradas a la espalda. Hagrid puso su mano derecha en la pared derecha y comenzó a caminar conforme la pared se movía. Bien entrada la noche, llegamos al corazón del laberinto. Tres grandes jaulas estaban en un claro donde no había paredes, Hagrid nos metido a cada uno en la nuestra y nos puso un candado en la puerta para que los monstruos no pudieran abrirla.

— Os recomiendo quedaros en el centro de la jaula, y echaros un rato. El cañonazo dará el comienzo y entonces estad atentos.

Vi a Vickie quedarse dormida con lágrimas en los ojos, y Harry dormir tiritando de frío. Yo no podía dormir y estuve intentado el modelo de magia asiática. Al alba, ya sabía como utilizarla aunque no era muy fuerte. Como una especie de nube azul salía de mí cuando me movía.

Conseguiría mantener a salvo a Harry, costara lo que me costase.
Estaba cerrando mis ojos cuando escuché un cañonazo.

Mrs. Malfoy 💟

Eh, Potter!Where stories live. Discover now