Capítulo 7. Demos comienzo al Torneo de los Tres Magos

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Le vi alejarse por el pasillo, y parecía un loco, pues iba hablando sólo, y eso me hizo sonreír de nuevo.

Volví al compartimento con las fotos en la mano y todavía sonriendo y Mara y Ali me miraron cómplices.

—¿Qué?— les dije intentando adivinar.

— Esa sonrisa...— dijo Ali.

— El muy tonto va hablando sólo por el pasillo.— me justifiqué, ya vi a dónde querían llegar.

—Ya, ya.— dijo Mara.— ¿Qué te ha dado?

— Unas fotos.— dije desparramándome en mi asiento y se las tendí.

Comenzaron a pasarlas todas, yo sabía que eran todas de las vacaciones. O eso creía yo.

— Oh, Dios.— exclamó Mara.— Se os ve tan pequeños y amiguitos para siempre.

— Trae eso.— le dije quitándole la foto de la mano.

Era una foto de cuando teníamos tres años, era en casa de su abuela Molly. Estábamos los dos en bañador, en un barreño con agua, cogiendo al otro con un brazo sobre el hombre del otro y posábamos con morritos a la cámara. Todo aquello fue antes de que nacieran Albus y Harry, justo varios meses antes, y antes de que él se convirtiera en imbécil. Entonces éramos amigos. Quizás eso que dijo de ser mi amigo no era sólo para fastidiar, sino para volver a donde antes.

— Sam.— me gritó Alice pasándome la mano por la cara.— Te estamos hablando.

— Perdonad.— dije parpadeando.— ¿Qué habéis dicho?

— Que deberíamos ponernos las túnicas y eso ya.— dijo Ali.

— Ostras, pero si yo iba a ir al baño.— dije saliendo corriendo y dejándoles las fotos por ahí. Además tendría que ir a buscar mi túnica roñosa heredada de Charlie.

Fui a por ella y me metí en el baño. Tras desahogar mis necesidades fisiológicas, me puse la túnica y fui a por las chicas.

Me esperaban en el compartimento, me agaché para escuchar si hablaban de mi.

— No creo, Alice.— escuché a Mara.

— Pero Mara, tanto tu como yo sabemos que no está normal. No somos capaces de decírselo porque sabemos como va a reaccionar.— dijo Ali.

— Ali, ya. No está enamorada de James. Ya lo sabes.

— Tanto tú, como yo hemos visto cómo miraba esa foto, con qué sonrisa ha entrado.

— Para ya. Que tu estés feliz y enamorada no significa que todos los estemos, hada madrina.— le dijo Mara.

— Tu dirás lo que quieras, pero Luke me da la razón.— dijo Ali mientras yo entraba.

— ¿Sobre que hablabas?— pregunté.

— Sobre meterse en el equipo de Quiddich.— intervino Mara, muy astuto, sí señor, pero yo ya sabía la verdadera conversación.

— A lo mejor lo consigues.— le digo yo, más falsamente.

No tardamos mucho en llegar, ya esto se hacía pasajero, el largo camino en tren se convertiría en un pequeño paseo a pie. Bajamos del tren y nos subimos a los carruajes, y, entonces recordé el torneo. Llegarían mañana. Eso me recordó que no había escrito a Isaac, y que a lo mejor se había enfadado conmigo por no escribirle pero... Había tenido un tiempo un poco... Complicado.

Llegamos al castillo y cuando íbamos pasando por el puente un carruaje volador, guiado por unos pegasos pasó muy cerca nuestra a gran velocidad. ¡Iban a llegar antes! Me acerqué al borde del puente, para ver llegar a Dumstrang, que venían en barco. No había barcos, cosa que me decepcionó mucho.

Eh, Potter!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora