Capítulo 6

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No entendí qué sucedía, volví a mirar a nuestro alrededor pero solo pude confirmar que estaba sola y la extraña situación me dejó desconcertado

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No entendí qué sucedía, volví a mirar a nuestro alrededor pero solo pude confirmar que estaba sola y la extraña situación me dejó desconcertado. Guardé silencio esperando que aclarara su presencia aunque ella tampoco estaba cómoda, lo veía en sus ojos inquietos y en su angustia. Pensé que su intención era gritarme, o algo parecido, y que perdió el coraje en el último momento. No se me ocurría otra razón para buscarme, pero incluso si había otra razón tampoco podría ser buena. Con eso en mente comencé a preguntarme cómo pudo haber encontrado mi casa y cómo pudo reconocerme.

—Hasta ahora no parecía real —habló con gravedad—, que Santiago estuviera... contigo.

A mí no me parecía real que ella estuviera allí. Me costaba crear un vínculo entre la persona que tenía delante de mí con la vida de Santiago.

Siguió mirándome, parecía estudiarme y me ponía nervioso que lo hiciera.

—¿En qué puedo ayudarte? —pregunté inseguro.

Entonces se dio cuenta que me observaba con demasiada atención y volteó hacia otro lado, lo que fue un alivio. Volvió a acomodarse el pelo antes de responder.

—Supe que Santiago quiere mudarse contigo.

No detalló nada más luego de decir eso, se puso a observar la calle, como si hubiera explicado todo. Me sorprendía que estuviera tan calmada aunque no había razones para que estuviera enojada o gritando como esperaba. En realidad, no había motivos para que estuviera parada en el lobby de mi edificio.

—A mí me costó mucho esto —comentó de repente.

Sospeché que se refería a su separación y a Santiago dejándolo todo por un hombre, otra cosa no la podía haber llevado hasta allí.

—Pero ya no puedo seguir llorando por lo que pasó. Tengo que seguir adelante —agregó.

Se dio vuelta para mirarme con firmeza.

—Me gustaría ver tu casa. Quiero saber cómo es porque no puedo prohibirle a Santiago que traiga a Iris.

Mi sorpresa se dejó ver, supuse que eso último fue una aclaración para demostrar que en realidad no estaba de acuerdo con la mudanza. Pero era mejor que fuera directa y sincera. Me miraba esperando una respuesta y, aunque yo no quería estar en esa situación, se me ocurrió que si no accedía podría complicar las cosas para Santiago.

—Está bien.

Hice una seña para que me siguiera al ascensor. Adentro mantuve la vista al frente sin poder creer lo que sucedía, no me atrevía ni a mirarla de reojo. No quería arriesgarme a dar lugar a que me dijera cosas incómodas que pudieran terminar en un conflicto. Fue agonizante y pareció una eternidad llegar a mi piso. En un momento sentí mi celular vibrar y me imaginé que era Santiago escribiéndome como siempre lo hacía pero tuve que ignorarlo.

Al llegar a mi departamento Julieta entró con timidez sin que cruzáramos palabra. A tan solo unos pasos de la puerta observó todo con atención.

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