Capítulo 15

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Santiago me miró con seriedad y titubeó un poco, con duda, mientras decidía cómo decirme que se reuniría con Julieta esa semana

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Santiago me miró con seriedad y titubeó un poco, con duda, mientras decidía cómo decirme que se reuniría con Julieta esa semana. Para él seguía siendo una contradicción contarme ciertas cosas.

—Necesito hablar con ella sobre todo esto.

Y con todo esto se refería a la mudanza que había sucedido, además de necesitar aclarar algunos temas. Siendo uno de esos temas los malos términos en los que se encontraba Santiago con sus padres, lo que daba como consecuencia que Iris no tendría mucho contacto con sus abuelos paternos. Bajó un poco la mirada entreteniéndose con el café que tenía en las manos. Desayunábamos juntos antes de que cada uno partiera a su trabajo y no podía ocultar su intranquilidad, de seguro eligió ese momento para comentarlo por el tiempo limitado que teníamos, que no permitía ninguna conversación extensa ni profunda. Santiago, tan amable, suave y tolerante, se había excedido en palabras la última vez que vio a sus padres, cuando fue a buscar las cosas de su hija. Tardó en contármelo pero finalmente lo hizo para cerciorarse con mi opinión si haberles dicho "no verlos es lo mejor para Iris" lo convertía en mala persona.

—Lo mejor es que cualquier detalle o cambio que suceda lo sepa por mí y no por Iris.

Asentí silencioso porque era lógico su planteo y esa era la manera en la que se estuvo manejando todo el tiempo. Pero por más lógico que fuera me estrujaba un poco ese encuentro. No eran celos, era la interminable sensación de lejanía entre su mundo y el mío. Julieta era parte de su vida, por uno u otro motivo, y eso no cambiaría nunca. Nunca seríamos solo nosotros dos.

***

Mi madre me envió un mensaje donde pedía que la visitara con urgencia pero sin dar motivo; misteriosa y dramática. Así que el día que Santiago iría a ver a Julieta, fui a visitarla para no tener que pensar en eso.

Cuando me senté en la mesa junto a mi madre para tomar el té, no se demoró en lo absoluto en transmitirme lo que tanto la apuraba verme.

—Me dijo tu hermano que tuvieron que improvisar una habitación...

Y dejó el comentario sin terminar mirándome, esperando que le diera todos los detalles y motivos, de principio a fin, una declaración completa. Pero yo, como siempre, poco colaborador, tomé una actitud de desdén.

—Ya te había contado que Santiago viviría conmigo.

Se mostró molesta al oír eso, molesta porque yo no hacía lo que ella quería, porque respondía de esa manera a propósito. Se levantó de la mesa y me dejó solo por un momento, cuando volvió traía su cartera.

—Vamos —ordenó.

—¿A dónde? —pregunté con recelo ante su reacción.

—A tu casa.

La miré con desconfianza.

—Quiero ver qué es lo que hiciste.

No me moví de la mesa porque lo que fuera que estaba planeando iba a resultar en algo terrible, ella provocaría ese algo y yo no lo evitaría.

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