~ Capítulo 41 · El plan y el cambio de juego ~

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Dejé el dinero tal y como habíamos acordado y me senté lejos de allí pero en el perfecto lugar para observarlo todo. A los quince minutos, un hombre encapuchado dejó una bolsa gris dentro de la basura, asique nada más irse, me acerqué sabiendo que aquello era para mí.

Miré a mi alrededor y tras comprobar que no había nadie que pudiese verme, cogí aquella bolsa y salí de allí tan rápido como mis piernas podían sin llegar a correr, a paso ligero. Muy ligero.

Volví a casa, cansada por la hora que era. Sin hacer apenas ruido, subí a mi habitación y me acosté pensando en todo cuanto tenía que planear para que el plan saliese perfecto.

Notaba el frío en mis pies pero el calor por mi cuerpo, bendito edredón. Cogí el extremo de éste y lo subí hasta mi nariz.

- ¿Qué crees que vas a hacer con eso? - dijo una voz desde algún rincón de mi habitación. Una voz, aquella voz.

- No es asunto tuyo. - contesté girándome para llegar al interruptor y poder verle con la luz encendida.

- Creo que si lo es.

Su mano detuvo la mía y no llegué a encender la luz.

- No vas a meterte en problemas. - afirmó Jason. - No puedo protegerte si estas lejos.

- No necesito protección, necesito libertad. - repliqué.

- Teníamos un trato Ashley. – dijo Jason.

- Lo cumpliré, pero tengo derecho a continuar con mi vida de forma paralela.

- No te saldrás con la tuya. – dijo Jason antes de salir de mi habitación.

Tras dormir un par de horas más, desperté por los ruidos de mi madre haciendo la limpieza general de cada fin de semana. Le ayudé durante toda la mañana para poder tener la tarde libre y visitar a Mark. Una manera rápida y entretenida de pasar el fin de semana.

(...)

Me levanté nerviosa por el nuevo plan listo para ejecutarse. Cogí la mochila donde tenía todo lo indispensable y también, la del instituto. Iba a ser un gran día.

Llegué a clase, esperando la hora del descanso para poder ir a los lavabos sin que nadie sospechase.

- Todo saldrá a la perfección.

- O eso quieres creer.

Quien la sigue, la consigue... y yo tenía que conseguir ir a esa fiesta, ya como un objetivo personal.

Sonó el timbre para dar por acabados las malditas e insufribles horas de clase. Salí con Mark sin darle importancia a la mochila, y fuimos hacia la cafetería a la espera de que Ana apareciese. Puse la alarma de mi reloj, diez minutos antes de que acabase el descanso.

- ¡Hey! – saludó Mark a Ana en la distancia.

- Chicos, la cola de la cafetería cada vez está más llena. – dijo Ana colocando todo cuanto llevaba encima de la mesa.

- Tal vez si no comieras tanto... - susurró Mark.

- ¿Qué has dicho? – dijo una desafiante Ana.

Miré a Mark imaginándome cómo iba a morir degollado en los próximos dos minutos. Pareció entenderme y poniéndole ojitos a Ana mientras le rogaba perdón consiguió salvarse.

Lástima... hubiese estado bien para desfogar mis nervios, reírme un poco antes.

La alarma de mi reloj empezó a sonar, y con la excusa de que tenía que tomarme un medicamento que había olvidado en la otra mochila, pude salir de la cafetería sin levantar sospechas.

Miré a mi alrededor, asegurándome de que el pasillo estuviese despejado, antes de entrar. Fui hacia el último de los retretes y cerré la puerta con pestillo detrás de mí. Una vez encendida la mecha tendría apenas diez minutos para volver a la cafetería asique tenía que actuar rápido. Coloqué la mochila en el suelo, masajeando antes rápidamente el hombro por el que la tenía sostenida. No recordaba que pesara tanto. Abrí la tapa del retrete y seguidamente, la cremallera de la mochila.

- ¿Piedras?

- Maldito seas Jason.

Volví a cerrar la mochila y furiosa me dirigí de nuevo hacia la cafetería, abortando mi plan. Entré golpeando las puertas, y mirando detenidamente la posición de Jason. Apoyado en la pared sentado sobre el respaldo de la silla mientras reía al lado de Carla.

- ¿Te crees muy gracioso? – dije delante de él, lanzándole mi mochila.

Enseguida se incorporó con una mirada fría e intimidante. Su rostro serio y sus puños ejerciendo fuerza.

- No vuelvas a hacerlo. – dijo él lanzándome de vuelta mi mochila.

- ¡No vuelvas a meterte en mi vida! – grité exasperada.

No sé de qué me estás hablando. – dijo Jason indiferente como si no me conociera de nada.

- ¿Estás seguro? – dije con una sonrisa divertida en mi rostro.

Si quería jugar, iba a salir perdiendo.

- ¡Atentos! ¡La muñeca se cree el centro del mundo! – gritó un entrometido Chase provocando llamar la atención de todo el comedor.

- No, Chase no. – dije junto con una seca carcajada. – Pero ahora me toca a mí jugar. – dije riendo de lado mirándole de nuevo a Jason. – Las normas las elijo yo.

Me giré y junto con mi mochila, volví a clase, la cual le faltaban apenas dos minutos para empezar.

- ¡Ash! – gritó Jason detrás de mí antes de que llegase al aula.

Giré ligeramente la cabeza pero sin responderle.




****

¡¡Aquí lo dejo por hoy!!

Se aproxima la fiesta y nuestra Ash aún no tiene pareja, ni siquiera una mínima idea de cómo entrar. ¿Lo conseguirá?

¡Muchos besitos amores!

El perfecto experimento de mi vidaWhere stories live. Discover now