Capítulo 8.

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Maratón 1/3

Bella.

Abro el paraguas antes de salir del coche y, cuando siento como el borde toca la parte de arriba del coche, salgo de este.

La verdad es que, después de pasar tres horas en la peluquería para peinarme y maquillarme, lo que menos quería era que, por culpa de la la lluvia, el peinado y el maquillaje terminase siendo un completo desastre.

Timbro en la entrada de la casa después de recordar que había dejado las llaves en casa y, en cuanto Diego abre la puerta, entro antes de que el viento destroce el peinado.

-¿Qué tal en la peluquería?- pregunta mientras dejo caer mi bolso sobre uno de los sofás del salón.

-Si el día de mi boda tengo que madrugar lo que he madrugado hoy, no pienso casarme.

Diego suelta una carcajada.- Diría lo mismo que tu, pero como terminé siendo el novio el día de una boda que no era la mía.

Suelto una carcajada.- No a todos les pasa lo mismo.- digo divertida.

Diego y yo reímos.

-Voy a despertar a Nicol, ¿vale?

Asiento con la cabeza mientras siento como Diego sube las escaleras. Me siento como un indio en el sofá en el que he dejado el bolso y busco en este el discurso que había terminado de hacer en la peluquería.

-¿Qué haces?- pregunta Louis detrás mía.

-¡Joder!- grito guardando de nuevo las dos hojas del discurso que había preparado para el banquete de la boda.- ¿Te camuflas o qué?

Louis suelta una carcajada.- ¿Te he asustado? Que pena.

Golpeo divertida el hombro del chico y los dos reímos.

-¿Nervioso? En menos de dos horas estarás dándole el "Si, quiero" a Miriam.

-Un poco.- Louis se sienta sobre la pequeña mesa que hay entre los sofás y continúa hablando.- ¿Qué tal con Max? Ayer me pareció ver que lo habíais arreglado.

Miro a Louis alzando una ceja y niego con la cabeza.

-Ayer no tenía el cuenco con sus doce uvas y no quise que se quedase sin ellas.- cojo el bolso y me levanto del sofá.- Y no, no hemos arreglado nada porque no hay nada que arreglar.

-Vosotros sabréis.- dice como si se rindiese, algo de lo que desconfiaba.

-Voy a vestirme, cualquier cosa ya sabes.- beso su mejilla y subo las escaleras hasta mi habitación.

***

Pego a mi cuerpo la tela del vestido de dama de honor mientras Nicol junta la cremallera para subirla. A los pocos segundos, la pelirroja sube la cremallera del vestido hasta arriba y suspiro aliviada mientras ajusto el escote a mi pecho.

-Gracias por ayudarme, pensaba que ya no entraba en el vestido.- digo divertida abrazando a Nicol.

La verdad es que Miriam había elegido los vestidos para las damas de honor cinco meses antes de la boda y, lo primero que pensé cuando era incapaz de subir la cremallera, fue que había engordado y tendría que llevar un vestido diferente al resto de las damas de honor.

-Tengo que volver a la habitación para vestirme, ¿vale?- la pelirroja baja unos escalones y continúa hablando.- ¡Si necesitas ayuda con algo mándame un mensaje!

-¡Lo haré!- grito mientras me siento en el sofá de la habitación para poner los zapatos de tacón.

Si algo había querido Miriam, era que los zapatos que las damas de honor llevásemos a la boda, fuesen iguales y que pudiésemos ponerlos en diferentes ocasiones para no tener que dejarlos dentro de una caja en el armario para no volver a utilizarlos.

Los Que Se Pelean ¿Se Desean?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora