Capítulo 90.

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Max.

Era incapaz de descansar, nunca había sido capaz de soportar el calor que hace en pleno agosto en Barcelona.

Salgo de la cama cuidadosamente para no despertar a Ainhoa que, por lo visto, ella si que soporta el calor sin ningún problema. Bajo a la planta principal, lo único que se me ocurría para poder descansar era dormir en la terraza y prefería morir de frío antes que del calor que hace.

Siempre dejaba abierta las puertas correderas de la terraza para que cuando me levantase, la casa estuviese un poco más fría así que, al llegar al piso de abajo, siento como no hace el mismo calor que en la habitación. Salgo a la terraza y me apoyo en la barandilla, aún está amaneciendo.

Miro perdido hacia mi lado izquierdo, donde se ven todos los bloques de edificios. Sonrío inconscientemente al darme cuenta de que estoy mirando el bloque en el que Bella compró su nuevo piso. 

Ha pasado un mes, aunque no quisiese llevar la cuenta de los días que quedan para el día de la boda, me había dado cuenta de que cada vez quedaba menos para que Bella y yo nos reencontremos. No tenía ningún problema, tan siquiera habíamos vuelto a hablar desde mi última llamada y lo único que deseaba era que todo siguiese como estaba en este momento.

Tras un par de minutos pensando en como será el día que nos volvamos a ver, decido dejar de pensar en el tema y me tumbo en el sofá de la terraza. Era hora de descansar sino quería morirme de cansancio en todo el día.

Bella.

Cojo las gafas de sol que hay sobre el pequeño recibidor de la entrada de casa, miro hacia atrás y salgo de esta al comprobar que todo está echo un desastre después de haber pasado el último mes fuera de casa.

Cierro la puerta y levanto del suelo a Izan, lo he echado tanto de menos durante la gira que no quería separarme de el ahora que podía pasar tiempo con el. Me estoy planteando seriamente el llevarlo a la boda de Raquel y Sam.

-¿No te olvidas nada?- pregunto a Tom mientras salgo por la puerta pequeña.

El chico mira en el interior de su coche.- ¡No! Bueno, ¿puedes venir un momento?

Camino hacia el coche arrastrando las chanclas con total desgana. Era incapaz de comprender como he podido pasar tan mala noche y había llegado a la conclusión de que lo mejor que podía hacer, era salir de casa a la misma hora que Tom se iba a trabajar al hospital. Cuando llego al vehículo, me apoyo en la puerta abierta que hay del lado del asiento de Tom.

-¿Qué pasa?- pregunto divertida.

El chico saca medio cuerpo del interior del vehículo, me besa.- Se me olvidaba despedirme.- dice casi pegado a mis labios.

Me besa una segunda vez, esta más breve. Nos separamos, muerdo mi labio inferior y sonrío. Últimamente todo lo que viene de Tom me hace completamente feliz y esa, era la mejor sensación que podía tener después de todo lo que había sucedido con Max.

Beso su mejilla.- Nos vemos a la noche.- cierro la puerta del coche.- Te aviso de si cenamos aquí en casa o en casa de James o Dani, no sé que quieren hacer.

-Siempre indecisos.- dice divertido.

Tras despedirnos, cruzo hacia la acera de enfrente en la que Izan juega la mayoría de veces en las que no me apetecía ir hasta el que estaba al final de la urbanización. Bajo al pequeño perro al suelo para que juegue y corra todo lo que quiera y mientras tanto, me siento en el banco de madera que hay en donde comienza el césped.

Desbloqueo la pantalla de mi iPhone y entro en la aplicación en la que buscaba toda la decoración para la casa de New York. Tom y yo no habíamos dejado de buscar donde vivir en la ciudad y, en aproximadamente un mes, tendremos que viajar para ver las casas que ya hemos encontrado. De lo contrario, todo se retrasará un par de meses.

Los Que Se Pelean ¿Se Desean?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora