prólogo

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[tengan en cuenta que escribí esta historia cuando recién comenzaba a escribir, a los 13-14 años. mi forma de redacción y como pienso las cosas, mis ideas; ya no son las mismas. solía gustarme esta historia porque me encanta el tema de la realeza; pero el tiempo pasa y ya no es una de mis favoritas. pero como es una de las primeras historias que escribí y que publiqué en este sitio, la dejo. así que si siguen leyendo, espero que les gustes y que no se enojen con mi yo de 13-14 años.]



And we'll never be royals, royals.

It doesn't run in our blood, 

That kind of lux just ain't for us, we crave a 

different kind of buzz.

Let me be your ruler, ruler

You can call me queen bee

And baby I'll rule, I'll rule, I'll rule

Let me live that fantasy...

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Estaba en la cocina de mi apartamento cuando de repente, Lulú y Sasha, mis dos perritas de raza pug comenzaron a correr hacia la puerta y a ladrar. Obviamente supuse que alguien estaba en el pasillo ya que acto seguido, escuché el timbre sonar por todo el piso. Dejé la cuchara de palo en el lava platos, estaba haciendo fideos y me dirigí hacia la puerta, calmadamente.

—¡Eh niñas! Dejen de ladrar o nos llegará un reto, como siempre...—suspire un tanto divertida.

Cada una semana llegaba el conserje a mi apartamento con una lista de quejas por mis perros. Que el olor, que los ladridos, etc. Pero se tenían que resistir, ya que era la hija del dueño del edificio. Pero eso no significaba que era la única persona con un perro en aquel edificio.. De hecho, creo que había otras cinco o seis personas más.

Miré por el ojo de pez que había en la puerta y sentí como mi corazón dejaba de latir... Él...

Él no podía estar aquí... Qué... ¿qué era lo que estaba siendo aquí? Pero la mayor pregunta era cómo me había encontrado...

No; no quería abrirle y no lo iba a hacer..

Pero si no lo hacía... mis perritas no dejarían de ladrar y eso molestaría a los vecinos más aún...

Tomé aire y lentamente acerqué mi mano hacia el pomo de la puerta.. Me mordí el labio inferior; podría sentir a mi corazón en mi garganta. Lentamente comencé a girar el pomo y abrí la puerta. A estos instantes ya había dejado de morder mi labio inferior, pero podía sentir como mi corazón latía fuertemente y mis manos comenzaban a sudar.

Luego de tres años lo volvía a ver... Y parecía imposible que estuviera así de guapo...

Mis perros, al instante en que se abrió la puerta, salieron y rodearon al chico, olorosándolo y poniéndose en sus dos patas para que las tomaran en brazos. Siempre han sido así de cariñosas, aunque sean con extraños. Creo que era una de las características que especializan a esta raza. No pude contener una sonrisa. El chico rubio de ojos azules se agachó y las comenzó a acariciar, con una sonrisa en sus labios y de vez en cuando una risita se escapaba.

—¡Hey! —exclamó cuando Sasha, el pug de color negro le mordió el dedo índice. Oh por dios... hasta su voz se había vuelto un poco ronca... Pero su acento británico seguía allí.. intacto.

Luego de unos minutos pareció recordar porqué estaba allí. Lentamente levantó su vista hacia mi; yo aún estaba parada en el marco de la puerta, con una sonrisa en mis labios. Cuando nuestros ojos hicieron contacto, la sonrisa desapareció y rápidamente recordé.

Retrocedí, quería cerrar la puerta, quería dejarlo allí, en el pasillo, solo e iba a hacerlo, pero como siempre, él es mucho más rápido que yo y cuando me volteé para cerrar la puerta, lo tenía en mis narices, prácticamente.

—Por favor, no me abandones de nuevo...—susurró. Cerré los ojos.

Pensé que los sentimientos que tenía hacia él se habían ido... pero mi cuerpo me traicionaba.. Sentí un pequeño temblor desde mi cabeza hacia mis pies... Él siempre me provocaba esas cosas... Me sentía tan vulnerable al lado de él.. Suspiré.. No sabía si darle la oportunidad o no.. Quizás ya era hora, después de tres años... quién no se merece una oportunidad.. Pero, ¿no era yo la que tenía que tener la oportunidad? Ni me di cuenta cuando mis dos perros ya estaban adentro junto a él.

—¿Quieres algo para tomar?, ¿un té o un café?

—Un té estaría bien... —asentí y di una media vuelta dirigiéndome hacia la cocina..

—Con una..

—Una cuchara de azúcar.. Lo sé, lo recuerdo... —hubo un silencio incómodo.. No debí de haber dicho eso.... Por qué... ¿Por qué lo había hecho? Definitivamente tenía que aprender a pensar las cosas antes de decirlas.

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—Bien, la cosa esencial que quiero saber es cómo me has encontrado... Nadie sabía de mi paradero excepto...—suspiré.

Ahora nos encontrábamos sentados en el sillón. Una gran distancia nos separaba.. Lo cual era lo mejor, no quería tener otro contacto físico con él, otra vez..

La única persona que sabía de mi paradero era una de sus sirvientas..  Lydia.

Ella había sido como la mejor amiga que nunca había tenido. Nos contábamos todo. Me había prometido que no le diría nada nunca a nadie, ni siquiera cuando la verdad saliera a la luz... Hay que admitir que me sentí un poco traicionada...

—Lydia... —logré finalmente pronunciar.

Bajé mi vista hacia el tazón de té que se encontraba en mis manos.. Y de igual manera pude observar como mi acompañante asentía lentamente, tomando un sorbo de su tazón. Luego de unos momentos levanté mi rostro y lo observé. Él, por el contrario, estaba en la misma posición que se encontraba hacia unos segundos atrás y observé cada uno de sus detalles. Había dejado crecer su cabello rubio, sus facciones se habían... cómo decirlo.. ¿perfeccionado? Este chico era como el vino.. Mientras más pasan los años, mejor se pone.

Tomé valentía y suspiré antes de abrir mi gran bocota.

—¿Qué haces aquí Jamie? —él levantó su vista y me observó fijamente en los ojos.

Odiaba cuando hacia eso.. él sabía que era mi punto débil.

—Me he enterado de un porcentaje pequeño de la historia...

—La... ¿la historia? —pregunté incrédula y él se limitó a asentir...

Cómo... ¿cómo había sucedido?

—Tus padres habían llegado a mi casa no sé porqué razón y Lydia... Lydia no le contó a mis padres lo que me dijo. Nadie sabe que estás aquí excepto yo y Lydia. Zoe, quiero que me cuentes la verdad.

No, había evitado tantas veces este momento... no quería enfrentarlo, no estaba preparada...

royals Where stories live. Discover now