dieciocho

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—Mamá yo... no lo sé...— por milésima vez, giré mi cabeza lentamente tratando de observar por encima de mi hombro derecho y por primera vez, mis ojos se encontraron con los de Jamie. Su actitud era de nerviosismo; mordía su labio inferior una y otra vez mientras que su brazo derecho abrazaba su pecho, apoyando el codo contrario en él. 

En cuanto nuestros ojos se encontraron, se adentró en el pasillo aún más. 

Ahora apenas podía escuchar lo que decía.

Hace más de diez minutos que Jamie había recibido esa llamada y mi mente no podía concentrarse en la televisión que estaba en frente de mi. Estábamos viendo Criminal Minds, mi programa favorito pero de una y otra forma no podía concentrarme en lo que pasaba. Ya había perdido interés en el capítulo y estaba intrigada en saber sobre lo que estaba hablando con su madre. 

¿Porqué estaba nervioso de un momento a otro? 

Aburrida y como aún no regresaba, comencé a jugar en mi móvil. Trataba de pasar mi récord en Flappy Bird pero perdía cuando llegaba al tubo diez. No sé como ni cuando logré tener 37.

—¿Amor?— y el pájaro se cayó cuando iba a traspar el tubo treinta y siete. 

Gruñí enfadada y bloquié el móvil. —¡Jamie!— mi labio se convirtió en un puchero. —Estaba a punto de pasar mi record.

Una sonrisa se apareció en sus labios; al igual que en los míos. 

—¿Qué pasa?— pregunté después de que se sentara a mi lado. Su hombro rozaba con el mío pero no me observaba de vuelta. Su visión estaba concentrada en sus manos que estaban entrelazadas entre sí y su pierna izquierda de movía arriba y hacia abajo. 

Definitivamente estaba nervioso. 

—¿Jamie?— insistí.

—¿Mis padres quieren volver a verte?— dijo, pero sonó más a una pregunta que un hecho. Me observó con una de sus cejas hacia arriba, inseguridad se leía por todo su rostro. 

Pero... 

Yo había pensado que ellos ya no me querían ver nunca más... Yo pensaba que ellos ya me daban por muerta en su vida. 

—Ellos no te odian... Bueno... No después de que les conté una pequeña historia de lo que me contaste... 

Fruncí el ceño. —¿Cómo suspiste que... No, olvídalo, pensé en voz alta...— giré mi cuerpo, quedando de frente con el lado de Jamie, cruzando mis piernas en forma de india. 

Una risa pequeña se escapó de sus labios pero no volvió a mirarme. 

Mi corazón ya estaba latiendo rápidamente hace minutos, nerviosismo comenzaba a gobernarse de mi cuerpo al igual que en el rubio a mi lado. 

—¿Porqué quieren volver a verme?— pregunté aún sin poder creerlo. 

Jamie se encogió de hombros antes de contestar: —No lo sé... Dicen que te han extrañado y quieren volver a verte. En especial Lydia. Mi madre ha recalcado varias veces en que ella no ha dejado de preguntar por nosotros. 

Quizé golpear mi frente con la palma de mi mano. Había olvidado por completo a Lydia. En varias ocaciones quize preguntarle a Jamie sobre como estaba ella pero... Simplemente se me había ido. 

Comencé a sentirme culpable, ¿cómo es posible que se me haya olvidado la existencia de Lydia? Ella ha sido la única verdadera amiga que he tenido en mis veinticuatro años. Ella sabe cada uno de mis secretos y yo sé los de ella. Ella me apoyaba en todas las cosas que hacía aunque no le gustara. 

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