diecisiete

617 43 3
                                    

»» a n t t o n i e t e s p o v

Gruñidos ahogados resonaban por la habitación; me negaba a abrir los ojos. Quería que Morfeo me rodeara con sus brazos nuevamente. Quería caer en el pozo oscuro de los sueños por unas horas más. 

Supiré resignada. Abrí el ojo que no estaba pegado a la almohada. Inspeccioné la habitación; poleras, pantalones, chalecos, polerones, ropa interior estaba dispersos por toda la habitación. Los pequeños rayos de sol que se filtraban por las persianas daban iluminidad al lugar.

Levanté mi cabeza para observar el otro lado de la cama, pero en realidad topé con el hombro y la piel desnuda de Jamie. 

Una sonrisa estúpida llegó hasta mi boca. 

Giré mi cuerpo para qudar frenta al suyo, y como lo había hecho veces anteriores, comencé a tocar las partes de su rostro con mi dedo índice. Luego de unos diez intentos, Jamie comenzó a salir de su sueño, lanzando gruñidos cada vez que mi dedo tocaba su piel. Cuando ya fue suficiente, agarró con su mano mi dedo índice, cubriéndolo por completo y e hizo bajarla, tocando la suave superficie de la sábana. Jamie, aún sin abrir sus ojos, suspiró profundamente y supuse que volvería a dormir. 

Así que me dispuse a salir de la cama; mis dos perros debían de estar muertos de hambre y de sed. 

Me alejé unos pocos centímetros cuando un brazo fuerte me agarró por la cintura y me atrajo hacia un cuerpo cálido. Mi vista se topó con la piel de su cuello y apoyé mi frente allí; mi dedo índice volvió a molestar su piel, pero esta vez hacía círculos por aquí y por allá, dejando de vez en cuando unos besos. 

Hasta hace unos meses había logrado que mis sentimientos hacia Jamie se hubieran ido por completo; mi mente había dejado de pensar en él, mi corazón ya no comenzaba a latir rápidamente con tan solo pensar en su nombre, su rostro o su voz; ya no sentía ganas de llorar cuando recordaba lo que había hecho. Pero lo que si sabía era que estaba más apagada que lo normal; ya no reía con frencuencia, ya no hablaba como antes lo hacía. Había pasado de ser una persona extrovertida a ser una introvertida. Me costaba hacer amistades; había pasado mi primer año de universidad con apenas una persona conociéndome un poco. Todos sabían que había sido la novia del príncipe de Inglaterra; ni con todos los cambios de look que había sufrido había podido pasar desapercibida. Disfrutaba menos de la vida; esperaba ansiosamente que llegara la noche para poder dormir y poder olvidarme de los problemas por tan solo un par de horas, no comía como debía, apenas tomaba agua. Había dejado de ser yo misma por casi tres años. 

Pero desde que Jamie volvió, fue como si iluminara mi vida. Ya había perdido la cuenta de las veces que había reído junto a él en un período de unos pocos días; me había hecho reír más veces de lo que había reído en estos tres años.

Comenzaba a disfrutar más los minutos de los días que de las noches. Era como si Jamie pudiera hacer que mi vida girara en treciento sesenta grados. 

Es increíble como un simple chico podía afectar mi vida en tal magnitud.

Pero Jamie no era un chico cualquiera; fue el primer chico que me llamó mi atención, el primer chico del que me enamoré y el primer chico que correspondió ese amor. Fue el chico con el cual di mi primer beso, me hizo sentir amada por primera vez en muchos años; ha sido mi primera vez en muchos aspectos. 

Y estoy feliz de que haya sido él exactamente el de mis primeras veces. Sé que he elegido al mejor chico; he visto como mis compañeras habían sufrido por el chico al cual le habían entregado su virginidad ya que había estado con otra después de eso. 

A pesar de que eran muchos momentos que pasamos juntos, podía recordar cada uno de ellos. Podía rehacer cada una de las escenas, cada una de las veces que reímos juntos, que tratabamos de salir de su casa sin que algún paparazzi nos pudiera ver; podía recordar cada una de las noches que había pasado junto a su familia, hablando hasta las horas de la madrugada sin parar. 

royals Where stories live. Discover now