anexo ; uno

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| jamie's pov |

Estaba perdiendo la paciencia. Habían pasado más de veinte minutos y ella aún no llegaba.

Sí, entendía que las chicas siempre se demoraban en llegar a la capilla ya sea por el tráfico o los últimos detalles. Pero todos aquí presentes sabían que su restraso era ya excesivo. Fuera de lo normal.

Esperé cinco minutos antes de empezar a moverme. Caminé hacia mis padres y les pregunté si sabían algo. Nada.

Luego me acerqué hacia Tanya. Alec debía de estar con Zoe en donde sea que estuviera. Tampoco. Nada.

¿¡Por qué nadie sabía algo de ella!?

Iba a perder la cabeza.

Qué….. No. Aún no piensen en eso Jamie. Ella no sería capaz de hacerte aquello.

¿O si?

Al final, ¿ella era lo que habían dicho los periódicos, las revistas? ¿Una mujer que buscaba fama, dinero?

No. La conocía perfectamente. Sabía cada uno de los detalles de su vida. Al igual que ella sabía cada uno de los detalles de mi vida.

Era imposible que ella fuera así.

Era una de las personas más tiernas que había conocido en mi vida. Era dulce, dedicada, ayudaba a todos sin esperar algo a cambio.

Era de aquello de lo que me había enamorado. Lo que había hecho que cayera a sus pies y no me arrepintiera de hacerlo.

Pero… ¿y si era una buena actriz?

¡Deja de pensar en estupideces Jamie!

—Príncipe Jamie… —reconocí la familiar voz de mi guardaespaldas. Thomas.

—¿Qué sucede? ¿Averiguaste algo? No me digas que tuvo un accidente qu… —fui interrumpido.

—No señor… Es algo… Peor —elevé una ceja. ¿Peor a tener un accidente? No me digas…

—¿¡Ha muerto!? —chillé. Todas las personas en la capilla concentraron su atención en nosotros. No me importaba. Quería saber donde estaba. Ahora.

Y a Thomas, por ser mi guardaesaplda, si le importaba así que me llevó a un lugar más apartado. A un rincón de la iglesia.

Aún no podía superar mi estado. Sentía como mi corazón había dejado de latir. La sangre que corría por mis venas estaba… congelada. Simplemente congelada. Era como si estuviera metido en un congelador. Y eso que ni siquiera me habían dicho que había pasado con ella.

—Entonces, ¿que es? ¿eh? —me puse borde. Y yo no era así…. Esta chica me estaba volviendo loco..

—Señor… ella…

—Ella qué Thomas. Ve al punto. Estoy perdiendo la cabeza —estaba impaciente. Cualquiera podía decirlo. Me crucé de brazos, esperando una respuesta.

Usualmente no perdía la cabeza por cosas pequeñas.

Ni yo entendía lo que me estaba sucediendo.

—Ella no estaba señor. Se ha ido. Cuando el señor Alec fue a buscarla, no la encontró. Nadie la vio salir…

Sentí mis brazos más pesados de lo normal lo cual hizo que el cruce de brazos que había mantenido hace unos segundos se disolviera.

No podía creerlo.

Todo lo que había pensando anteriormente estaba cumpliéndose.

No podía reaccionar.

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