veintitrés

397 39 0
                                    

Al final no pude hacerlo.

Me fui incapaz de volver a hacerlo. 

Tan solo me había hecho un pequeño corte y había tirado el filo lejos de mi. 

Pegué mi espalda en la fría cerámica y me deslice hasta quedar sentada. Agarré mis piernas y las atraje a mi cuerpo. 

✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿

Lloraba como nunca lo había hecho y no sé por cuánto tiempo he estado llorando. Los golpes y gritos de Jamie no había cesado en ningún momento. 

Sí, quizás se daba un descanso de unos minutos pero después continuaba y continuaba y sus gritos se escuchaban más cerca. ¿Cómo logro derribar la primera puerta? No tenía ni la menor idea. 

Lo único que sabía era que me sentía desesperada y me odiaba a mi misma. 

Desesperada por que no sabía que creer; me había hecho la promesa a los catorce años de no creer en ninguna palabra que Tanya y Alec dijeran cuando me dijeron que mis padres habían muerto. Que mi familia había muerto. 

Y me odiaba a mi misma por que hacía que Jamie pasara por esto. Hacía que él sufriera. 

¿Qué era lo que veía él en mi? 

Yo era un desastre, lo he sido desde que llegué a Inglaterra.

Lo único que hago es atraer problemas y hacer que le gente sufra. 

¿Porqué Jamie se quedó conmigo? ¿Porqué Jamie me ama a pesar de todas las cosas?

✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿✿

Abrí mis ojos lentamente. Mi cabeza estaba contra una superficie suave y blanda. 

Alguien acariciaba mi cabello una y otra vez.

Un par de ojos azules estaba frente a mi.

Jamie. 

Me levanté rapidamente, apoyando mi peso en uno de mis brazos. 

Por el brusco movimiento me marié; cerré los ojos y conté hasta diez. Pero cuando iba en el número cinco sentí un par de brazos rodeando mi cuerpo y atrayéndome hacia otro. 

Jamie depositó un beso en mi frente y se acomodó de tal forma que estaba apoyado en las almohadas y yo encima de él, acostada como si fuera un bebé. Apoyé mi cabeza en su hombro, inhalando su aroma. 

 Ninguno de los dos se atrevía a decir una palabra. El único sonido que captaba era el latido de su corazón junto a su respiración. 

Bajé mi vista hasta mis muñecas encontrándome con una venda adhesiva, cubriéndome el pequeño corte que me había ocasionado. 

Mis ojos viajaron por mis brazos, encontrándose con la cicatríz de mi intento de suicidio de los dieciocho. 

Nunca antes había mirado con detalle mis brazos. 

Que horror, que horrendos se veían. 

Jamie rodeó su mano en mi muñeca y atrajo sus labios, depositando un beso encima de la venda adhesiva. 

Tragué saliva dificultosamente. Las ganas de llorar habían regresado de golpe y sentía mi corazón al final de mi garganta. 

—Jamie...—  murmuré con voz ronca y grave. Aclaré mi garganta pero hasta eso me dolió. Me qujé con la boca cerrada. 

Jamie depositó un largo beso en mis sienes y comenzó a acariciar mi brazo. 

—Sshh... No digas nada.— murmuró. Elevé mi rostro, encontrándome con los huesos de su mandíbula. 

Estaba con los ojos cerrados y se mordía el interior de su mejilla constantemente. 

Estaba nervioso. 

—Jamie... Yo...— intenté decir pero me quedé sin palabras.

¿Qué le iba a decir?

¿"Lo siento por tener una vida hororrosa"?

¿Qué se le decía a alguien como él en esta situación así?

—Sshh...— me volvió a callar, positando un beso en m frente. 

—No Jamie, escucháme.— abrió sus ojos cuando me separé de él. Me senté en posición india y despejé mi rostro dejando el cabello atrás. 

Jamie se sentó igual que yo, fente a mi y me miraba detenidamente mientras que yo miraba un punto fijo tratando de ordenar mis pensamientos. 

—Antoinette...— pronunció mi nombre luego de unos minutos de silencio pero lo hice callar de inmediato. 

—Sshh, estoy tratando de pensar...— soltó una débil risa y mis ojos viajaron rápidamente hasta su rostro para volver a enfocarse en el mismo punto fijo.

—Amor, no tienes que decir nada.— lo observé rápidamente, elevando una de mis cejas. Sus ojos estaban algo cristalinos y expresaban ternura y compasión. —No sé que es lo que habrá pasado entre tú, Alec y Tanya para que hayas reaccionado así....— miró por un segundo mi muñeca la cual cubrí con la otra mano. —Pero...— se calló. Extendió sus piernas junto con sus brazos y con un movimiento de manos, me indicó que me acercara.

Lo cual hice. Volví a estar entre sus brazos, con mi cuerpo apoyado en su pecho. 

Su caliente respiración golpeaba mi piel causando unos pequeños escalofríos.

Mi corazón latía rápidamente como si hubiera corrido una maratón; podía sentir el pulso en mis tímpanos, garganta, extremidades. En todo mi cuerpo lo sentía. 

Pero sus brazos... Sus brazos me hacían sentir protegida tal cual como si se tratasen de un escudo que me va a proteger de una bomba nuclear. 

—Prómeteme que no volveras a hacer una cosa así nuevamente. No te quiero perder; eres lo más importante para mi... 

Asentí, incapable de formular alguna palabra por el nudo que sentía en mi garganta.

royals Where stories live. Discover now