veintiuno

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—¿Crees que se despierte luego?— preguntó una voz masculina. Empezaba a salir de los brazos de Morfeo y mi audición comenzaba a ser más clara. Débilmente sentía como alguien acariciaba mi cabello; pasaba su mano una y otra vez, causando que me relajara. 

—No lo sé, Jamie...— suspiró. —Pero ojalá que sí.... Pobre Antoinette... Debe de haber sido trágico haber vivido con ellos durante... No sé durante cuanto tiempo habrá vivido con ellos...— era Anne, la mamá de Jamie. 

Intentaba permanecer tranquila y poder escuchar su conversación; intentaba que mi respiración continuara siendo pausada, que mis ojos no se movieran, que ninguna de mi extremidades lo hiciera; y, lo escencial de todo, que no me entrara un ataque de risa. 

—Lo juro mamá, si veo al maldito una vez más, lo mato. 

—Jamie no.— dejó de acariciar mi cabello y el peso que había a mi lado desvaneció; Anne se había levantado. —Sabes que la violencia no es la opción, para nada. Lo que hizo Alecsander no está bien pero tampoco tienes que ir y darle su merecido por tus propias manos. Esperemos que llegue el abogado y lo mandaremos a juicio... Y ahí-

—Y ahí el juez elegirá su futuro; lo sé mamá. Lo has dicho mil veces en este tiempo, ya lo sé de memoria.— terminó la frase Jamie. 

—Entonces espero que no hagas ninguna estupidez. Después de la golpiza que le diste antes, no creo que vuelva. Pero puede que lo haga; todos conocemos a ellos dos. Me encargaré de que no les abran ni de que entre por sus medios. Ahora nos tenemos que encargar de Antoinette y apoyarla... Vámonos Jamie, dejemosla descansar en paz. 

—¿Qué pasa si mientras no estamos Alec o Tanya deciden aparecer?— miedo evidente en su voz y eso fue lo que me rompió el corazón. Nunca pensé que Jamie sentiría miedo por mi, nunca. Como era de esperarse, Jamie siempre ha sido el fuerte, como debe serlo. Y yo era la sensible que lloraba por todo y por nada. Pero... Siempre había estado en los momentos en que Jamie recaía y dejaba que todas las malas vibras salieran de su cuerpo. Era yo lo que lo escuchaba quejarse de tal y tal cosa, era yo quien lo apoyaba cuando el estrés era mucho. 

¿Quién lo habría apoyado en estos tres años?

Intentando que la pregunta desapareciera de mi mente, me concentré en mi entorno. Quería abrir mis ojos. 

—No va a pasar. Tenemos a personas en todo nuestro alrededor. Personas que nos están cuidando.— la voz de Anne era suave, muy suave para mi gusto y era algo que me sorprendía. Nuna antes la había escuchado hablar de esa forma.

Pasos, una puerta siendo cerrada y silencio. 

Ahí fue cuando recién abrí mis ojos; la habitación tenía un tono de iluminación suave. El amanecer no demoraría en llegar. 

Apoyé mi cuerpo en mis codos e inspeccioné la habitación. Estaba en una en la que nunca antes había estado. Todo era blanco, las paredes, los muebles, el cubrecama de la cama. Todo. Tenía un aire a tranquilidad, pero me daba miedo al mismo tiempo. 

Me senté y todo comenzó a dar vueltas. Me senté muy rápido. 

Mientras intentaba que el mareo se fuera, la escena de antes comenzó a recapitularse en mi mente. Pero en un desorden cronológico.

Alec comenzaba a acercarse a mi, sin despegar sus ojos verdes de los míos.

Estábamos Anne, David, Samuel, Jamie y yo riendo en la cocina.

Alec agarrando mi cuello. 

Yo lanzando mis palabras venenosas a Alec.

Abrí mis ojos y observé un punto fijo. 

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