Día 5.

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Último día de la semana se iguala a última esperanza. Los nervios no me dejaron dormir casi, a la espera.
08:17. Tomo el autobús. Por fin pasa. Camino con la cabeza gacha por el pasillo, no queriendo tentar mi suerte. Por fin, suspiro y levanto la cabeza, ilusionada.
Nada. Ni una cabellera con ese característico color que me hace pensar en playas con soles dorados y gente bronceada y feliz.
La llama de mi última esperanza se apaga lentamente, haciéndome sentir estúpidamente triste, como si mi día no estuviese completo.
La lluvia inesperada que comienza a caer me acompaña en mi agonía. Sufro en silencio. Y no tengo muy claro del porque de mi desdicha. No sé si es por el chico, o por lástima a mi misma y a mi estúpida fe.

P es de Platónico.Where stories live. Discover now