Día 20.

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El cómodo silencio solo se ve interrumpido por unos suaves ronquidos, que, sinceramente, no sé de quien provengan. Nunca puedo dormir demasiado en una casa ajena, por más que me haya dormido a las tantas de la madrugada. Fui la primera en despertarme, y la única hasta el momento. Fue una gran noche de chicas, llena de secretos. Incluso les llegué a contar toda mi historia de mi "enamoramiento". Ahora me siento mejor conmigo misma, como si ya no tuviese nada que ocultar.
No es agradable guardarte secretos y no contárselos a tus amistades, sobre todo si no son tan grandes. Hay secretos peores: matar un gato, tragarte un pez o que te guste la caca.
Decido abrir la ventana: la habitación huele en exceso a café y cigarrillos. La cortina ondea con la brisa exterior. Me asomo. Observo la calle y a las personas.
Siempre he tratado de imaginar en que piensa cada una de ellas, saber cual es su historia. Por qué algunas van tan enfadadas por la vida. Se escucha un niño gritando en la casa de al lado, casi lo confundo con un gato.
Decido cerrar la ventana. Me visto, les dejo una nota a las chicas y salgo silenciosamente de la casa. Necesito estar sola. No es nada personal con ellas, son mis amigas. Solo hay momentos en que necesitamos reencontrarnos con nosotros y meditar. No lo sé, quizá solo me pase a mi...

P es de Platónico.Where stories live. Discover now