Día 11

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Mi radio despertador no sonó. O probablemente sí, pero no lo escuché. Voy condenadamente tarde.
Nota mental: dejar de ver series hasta tan tarde.
De hecho, ya no fui a la primera clase y si no me apresuro, no me dejarán entrar a la segunda. Ordeno en tiempo récord mi mochila. Demonios, tengo que sacar todos esos papeles de dulces alguna vez, ya va pareciendo una nueva entrada a Narnia.
Salgo a la calle y tomo la micro que me sirve, que justamente va pasando. Va casi vacía. Solo yo, un hombre semejante a un gnomo y tres hombres extremadamente corpulentos que se bajan en la próxima parada.
En el camino, suben un par de pasajeros más: una señora que parece medir lo mismo de alto como de ancho y que va envuelta en un olor a lavanda, un paquistaní con ojos caídos y tristes, y una mujer gruesa con bigotes que causa risa y espanto al mismo tiempo.
Llamo a mis amigas para decirles me guarden puesto y escucho música el resto del trayecto. Deberé comenzar a poner mas alarmas si quiero no llegar tan tarde.

P es de Platónico.Where stories live. Discover now