Día 28.

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 Desperté con el peor dolor de cabeza de la historia. Es la primera vez que me emborracho, y la última.
Por lo menos ahora se lo que se siente y no voy a meter ruido cuando alguien esté así.
Mi hermana solo me da una furtiva mirada cuando le pido algo para el dolor de cabeza.

Me doy cuenta que no queda leche. Me visto en silencio y aviso que voy al supermercado. Necesito leche con urgencia, mi cuerpo me lo pide. Además, necesito aire y tiempo en silencio. No es que no halla ruido en el súper, solo que no me hablan a mi, ¿entienden? Probablemente no, pero no me interesa.

Queda una leche. La tomo rápidamente y la pago. Me pican los ojos por las lágrimas que quieren escapar. Me río de mi misma.

Ya déjalo ir, no vale la pena.

P es de Platónico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora