Día 6. Parte II.

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Tiene las cejas mucho más oscuras que el cabello. Casi demasiado oscuras, como pintadas al carboncillo para una clase de arte.
Y muy definidas y levantadas, dándole un aspecto de asombro perpetuo.
-Hum, disculpa, ¿Te llevarás la leche?
Y una voz jodidamente ronca y cálida, como una nota de piano en un día de lluvia. Una voz que parece salir de lo más profundo de la tierra pero que se compara a la de un coro de ángeles.
-Hey, aquí.-Pasa su mano frente a mi rostro repetidas veces, creo que me he quedado embobada.
Ni siquiera recuerdo que me preguntó. No sé porqué mi cerebro decide colocarse modo estúpido en estas situaciones. Se convierte en una masa mezcla de gelatina y chicle, inútil.
Me continúa viendo con esos electrizantes ojos que esconde tras sus largas pestañas oscuras y estoy segura que mi rostro está pasando, justo en este instante, por todos los colores posibles derivados del rojo.
Recuerdo que estoy en pijama. Un pijama de vaquitas. Tiene incluso el diseño de las ubres. A este paso, con esta auto tortura de recuerdos, voy a terminar con el rostro carmesí para siempre.
Me siento patética, avergonzada. Solo corro como alma que lleva el diablo, dejando la caja de leche y buscando desesperadamente a mi hermana para salir de este infierno lo antes posible.

P es de Platónico.Where stories live. Discover now