Cápitulo 12: Aún que me cueste la vida.

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— Austin, Austin.— Repetía una y otra vez Lisa mientras movía mi cuerpo rápidamente.— Vamos, Austin, despierta rápido.

Abrí mis ojos poco a poco para encontrarme con Lisa mirándome con los ojos llorosos. La luz del Sol penetraba en la habitación iluminándola completamente.— ¿Qué pasa Lisa?

— Alguien esta desatando las cadenas.— Reaccioné rápidamente levantándome de la cama y dirigiendo mi mirada hacia la puerta, la cual se abrió bruscamente dejándonos ver al hombre del hacha.

— Buenos días, mocosos.— Nos saludó entrando en la habitación y cerrando la puerta con un golpe bastante fuerte. Lisa se sentó a mi lado y agarré su mano para que notara mi protección.— Aquí tenéis vuestro desayuno.— Dijo sentándose a mi lado y entregándome un plato con ensalada.

— Mmm... Gracias.— Agradecí con cara de asco.

— Esta ensalada es la misma de ayer. Literalmente.— Dijo sonriendo.— No debisteis haberla tirado por la ventana. Y para gilipollas e imbéciles, vosotros.— Se puso de pié y salió de la habitación riendo.

— Un momento,— Exigí antes de que cerrara la puerta.— ¿Y mi hermana?

— Está en un lugar mejor.— Volvió a reír, solo que esta vez a carcajadas y cerró la puerta, tráncandola con cadenas.

— No me gusta este hombre...— Me dijo Lisa apoyando su cabeza en mi hombro para llorar. Como muestra de cariño la acaricié con mi mano.— Me da miedo...

— Mi hermana...— Susurré apoyando mi cabeza sobre la suya para llorar también.— Ese desgraciado la ha matado...

No podía hacerme a la idea de lo que ese hombre había dicho, está en un lugar mejor, sus palabras permanecían en mi mente bloqueándome por primera vez en mucho tiempo. Está en un lugar mejor. ¿Ese animal había siso capaz de matarla? En caso de que lo hubiera hecho me dejaba solo en este mundo, toda mi familia muerta, biológicamente hablando solo quedaba mi abuela y aún que es difícil de admitir, se que no aguantara demasiado en este mundo. Está en un lugar mejor. Ese hombre me las pagará cueste lo que cueste.

  — Estará bien, tranquilo. —Dijo Lisa al cabo de unos minutos abrazados.— No creo que sea capaz de hacer daño a alguien tan adorable.

  — No confió ni en mi mismo, ¿por qué iba a tener que hacerlo con un desconocido? — Pregunté secándome algunas lágrimas.

— ¿Acaso no confías en mí?— Me preguntó y giré levemente mi mirada hasta encontrarme con la suya, la cual también estaba inundada de lágrimas, pero aún así Lisa se encontraba sonriendo.

— Ya sabes que confió en ti como en nadie más.— Respondí al cabo de unos segundos.— Confió en ti cien mil veces más que en mi mismo, y si tú me dices que mi hermana esta bien.... Lo estará.— Sonreí tímidamente.

— A si me gusta.— Dijo mientras secaba mis lágrimas con sus dedos.

— Gra...gracias.— Agradecí sonrojándome. Al parecer haber llorado iba a tener su lado positivo.

— Gracias a ti por confiar en mí.— Agradeció ella acercándose poco a poco a mí.— Muchas gracias.— Cada segundo que pasaba Lisa estaba más cerca, tanto que nuestros alientos se mezclaban.

— ¿Lisa...?— Pregunté confuso. ¿Acaso iba a besarme? Miles de mariposas comenzaron a revolotear en mi estómago al haber pensado en un beso suyo.

— ¿Qué pasa Austin...? Simplemente me gustas.— Sus palabras me congelaron y me quedé sin poder hacer nada: no podía moverme, ni hablar, ni si quiera respirar.

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