Cápitulo 16:Gracias por tu soymff...

24 3 0
                                    

Y después de toda una noche durmiendo tanto como necesitaba para recuperar las fuerzas gastadas en el tan largo día anterior, desperté en aquella cómoda cama, al lado de mi hermana puesto que Mike no nos había dejado dormir juntos a Lisa y a mí para evitar tocamientos y posibles embarazos. Y a decir verdad, ¿cómo Mike podía confiar tan poco en nosotros? Apenas llevamos juntos unos días... Ni si quiera se me pasa por la cabeza el tener relaciones sexuales con ella, nuestra relación se basa en la confianza, el apoyo, la amistad... No en el sexo, como lo hacían muchas parejas de nuestra edad.

Me giré hacia mi hermana y vi que dormía como un angelito sonriendo. A decir verdad mi hermana es una chica muy guapa, su pelo rubio oscuro y sus mofletes sonrojados hacen que sea demasiado achuchable a pesar de lo trasto que es. Me levanté, le di un beso y salí de la pequeña habitación, la cual tenía únicamente una cama de matrimonio y dos mesitas de noche con sus lámparas. Seguramente sería la habitación de invitados.

Una vez abajo me encontré con mi abuela y Mike sentados en la mesa de la cocina desayunando cereales con leche y hablando sobre el tiempo que hacía.

— Buenos días, Austin.— Me saludó mi abuela al verme bajar las escaleras.— ¿Qué tal has dormido?

— Muy bien, lo necesitaba.— Respondí.— ¿Qué hora es?

Mike me señaló un reloj de pared que había en la cocina y vi que eran las once y media de la mañana.

— Wow, he dormido bastante.

— Eso esta bien, te necesitamos con fuerzas para que puedas defenderte... Ah, no, si no eres capaz de hacerlo.— Dijo Mike haciendo que sus palabras me dolieran, pues si era capaz de hacerlo, si no que prefería apoyar a Lisa en vez de matar a un niño caminante.

— Mike... Ya lo hemos hablado,— Contestó mi abuela.— No seas tan duro con los chicos.

— ¡Dolores!— Exclamó Mike.— ¡Tengo que serlo! ¡Ese caminante pudo haberlos matado!

— Pero no lo hizo.— Respondió mi abuela.

— Mike, tu no lo entiendes.— Dije.— Sabes perfectamente que me atrevo, pero en aquel momento preferí no hacerlo, porque quiero a tu hija y no pude verla llorar. Necesitaba el apoyo de alguien y ese apoyo tú no eres capaz de dárselo.

Y dicho eso subí de vuelta al piso de arriba, pero no a mi habitación, pues estaba durmiendo mi hermana, y tampoco a la habitación de Lisa. Fui a una habitación que estaba al final del pasillo, la cual era un pequeño estudio. Las paredes estaban pintadas de blanco, y en él había un escritorio con un ordenador portátil, una librería repleta de libros y un sillón de color negro. En la pared también había fotografías, en las que se podía ver a un hombre abrazando a una mujer, posiblemente serían cónyuges, con un adolescente aproximadamente de nuestra edad y un niño mas pequeño. Si no me equivoco, juraría que la mujer y el niño pequeño eran los caminantes que encontramos dentro de la casa.

Me senté en el sofá y me puse a leer uno de los libros y con ello perdí la noción del tiempo. Página tras página, libro tras libro hasta que alguien me interrumpió.

— Irina, Irina.

¿Hola?— Pregunté mirando a mi alrededor sin ver a nadie.

Irina... Responde por favor...— Repitió aquella voz masculina.

Volví a mirar hacia los lados y me dirigí hacia el lugar de donde provenía aquella voz y me encontré con un Walkie-Talkie, lo sostuve entre mis manos y lo miré confuso.

— Mmm... ¿hola?— Dije pulsando al botón.

¿Irina? ¿Robin? ¿Sois vosotros?— Preguntó aquella voz.

The Earth Is DyingWhere stories live. Discover now