VIERNES POR LA NOCHE

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Tres días de suspensión. Adrien estaba enojado, Nathanael también lo estaba. Ambos compartían un sentimiento y aunque no quisieran aceptarlo, no podían negarse a aquellos sentimientos. Con tristeza Nathanael fue a casa, tres días sin pisar la preparatoria y estar lejos de Marinette. ¿Cómo iba a hacer para poder vivir sin ella y con el corazón oprimido? No sabía qué hacer, al llegar a su casa simplemente pasó frente a su madre y sin decir nada se encerró en su cuarto. Ni siquiera le interesaba que su padre había enviado dinero y una carta para él. Solo quería quedarse en su cuarto observando las fotos que había saco de la azabache durante los descuidos de ella. En ellas se podían ver las expresiones más bellas, más naturales, más ella.

Pasó las fotos una por una, hasta que dentro de esas fotos vio una de Lizeth. Aquella foto fue tomada ya hace unos dos años. Su sonrisa sincera y su peinado modesto. Algo totalmente diferente a lo que ahora era. Llevaba una ropa más recatada y sus ojos tenían un brillo especial. Pasó a la siguiente foto y un video grabado por su cámara mostraba a una Lizeth gritando su amor en un muelle. Sonrió entonces cuando se dio cuenta de que la grababan. Se sentía como una mujer que quería comerse al mundo. Sonaba diferente ahora. ¿En qué momento cambió? Nathanael se puso a pensar en aquel día. Cuando tenía quince años recién cumplidos y aun hacia dibujos de la chica que le gustaba.

-Oye Nathanael, tu novia se ha encerrado con el capitán de Básquet en el vestidor de hombres...-aquella vez botó sus cosas y corrió a verla. Abrió la puerta y la vio con la falda levantada mientras el cerdo del ex capitán de los "Chat Noir's" de la Francoise Dupont le besaba el cuello. No pudo hacer nada cuando ella intentó alejarlo y ese chico de diecisiete años la besó. Se le rompió el corazón cuando ella aceptó el beso y sin más que decir se dejó llevar por la lujuria del momento. A penas tenía quince años, pero se había convertido en una perra.

Dejó su cámara fotográfica sobre la mesa de noche y se echó a dormir. Eran esa clase de recuerdos que quería evitar, recordar que todo después de eso fue llantos y mentiras por parte de ella le dolía. Su rostro cínico mientras le decía te amo o sus lágrimas implorando piedad porque ella no había querido aquello. Jamás le creyó. Jamás. Quizás no la amaba y era por eso que decidió creer en lo que vio a que buscar la verdad. No sabía si eso estaba bien, pero ya no importaba. No más.

"Es mejor mentirse para menguar el dolor"

Lizeth hacia círculos en un papel con un lapicero de tinta roja, a ella también le cruzaron algunos recuerdos por la cabeza, apretó su lapicero y sin decir más nada lo rompió. En un tiempo atrás los insultos habían sido muchos. Cuando el ex capitán de Básquet se encerró con ella a fuerza en el vestidor comenzó todo. Nathanael la había insultado, la trató como una deplorable basura, ella no tenía la culpa. Solo estuvo ahí en un momento inadecuado en el que un chico más grande que ella y por consiguiente más fuerte se le dio la gana a jugar al brabucón. Apretó su mandíbula y tirando su cuaderno al suelo salió del salón. Otros de sus ataques de ansiedad. Por suerte las clases habían terminado.

Adrien había constituido un nuevo comienzo en su vida, su forma de tratarla le pareció tan cálida que se había embriagado en ella olvidando el pasado. Para ella era el momento de seguir. Sin preocupaciones ni nada, solo ella y Adrien. Pero él apareció, como sacado del pasado, el resentimiento por el oscuro pasado volvió a aflorar y lo que pareció haberse olvidado volvió a estar latente.

-Maldita sea... ¡Maldita sea! – Enfurecida y como todas las veces en las que lo estaba. Tomó de su bolsillo una pequeña hoja de afeitar, la pasó sobre una de sus muñecas y sin más dejó que la sangre corriera hasta que se sintiera complacida- La odio... la odio tanto... Maldita Azabache....-Envidia, eso sentía.

The Best Friends ||Adrianette||Where stories live. Discover now