Capítulo 10

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—Hija ¿podrías sacarte esa diadema de la cabeza? que pareces desquiciada —regaña mi padre estresado por su abundante trabajo y por el vestuario de Chris.

—Padre debes estar feliz, esta soy yo —contradice ella. Miriam miraba a Chris como si fuera un espectro.

—Se le pasará, ¿recuerdas cuando usaba un tutu rosa y una camisa negra de Kiss? —arguya mi madre con cierta nostalgia.

—Hey, eso era la moda en ese entonces, toda niña a esa edad usaba lo mismo —se defiende Chris exasperada de los comentarios negativos de la familia sobre su vestuario.

Nadie le da réplica, después de terminar de cenar, tía Susan ya que mi tío —Su esposo— llega del trabajo se tiene que ir. Miriam nunca confirmó nada, pero lo hará en cualquier momento.

Mi abuela en estos instantes se encuentra con un telescopio mirando para ver si hay aliens invadiéndonos, así que la preferimos irnos y no molestarla con su locura. Chris desaparece en dos segundos con su moto para estrenarla, y yo por supuesto en mi auto. Espero que tenga licencia, porque pobre de mi padre.

Entro al Land Rover gris con gran entusiasmo, me sentía como en rápidos y furiosos al momento de manejarlo, conecté mi celular a la radio para escuchar música: mi lista de canciones, la cual se basa en canciones de Coldplay, Arctic Monkeys y OneRepublic. Al casi llegar a la casa, veo un carro de mudanzas que se retira. Los vecinos anteriores se habían ido a otra ciudad por el trabajo y pusieron en venta la casa hace un mes aproximadamente, pero no había sido comprada hasta ahora.

¿Pero quiénes serán los nuevos vecinos?

Eso es lo de menos, pero debería tener una broma de bienvenida. Guardo el auto en el garaje y se me escapa una risa al ver la moto de Chris. Tengo que disfrutar lo máximo su auto porque algún día se enterará reclamándolo y también su dinero. El cual le tendré que dar al idiota de Matt.

Entro a la casa por la puerta del garaje que da directo a la cocina. Mamá está haciendo sándwiches de Nutella. Bendita sea, néctar de vida.

Me acerco a ella cogiendo un sándwich y llevándolo a mi boca, saboreando el sabor a gloria que tiene el chocolate.

—Mamá, ¿quiénes son los nuevos vecinos? —pregunto, sentándome en la isla de la cocina mientras mi madre me sirve un zumo de manzana.

—No lo sé, se mudaron cuando estábamos donde tu abuela, mañana les llevaré un postre para poder presentarnos. Espero que no hagas bromas. La anterior diciéndoles que había muerto alguien allí y habita su fantasma gritando todas las noches fue de muy mal gusto para los señores Parks —como olvidar que esa noche Sophía se quedó a dormir en mi casa y trajo a su difunto hámster —que en ese entonces está vivo— Entramos a la habitación de Chris y colocamos el Hámster dentro de su ropa y despertó gritando hasta el borde de quedarse sin voz. Los vecinos asustados salieron de su casa pensando que era el fantasma.

Río con fuerza casi atragantándome con el sándwich. —No te preocupes, hay muchas bromas que usar —ella me carcome con la mirada y yo solo me dedico a tomar mi jugo.

—Bueno, los compradores recién la están amueblando, espero que sean agradables —dice por último quitándome los demás sándwiches de Nutella y reclamo con determinación:

— ¿Por qué me quitas las ganas de comer? —mascullo viendo cómo se los lleva.

—Tienes una hermana y debes de compartir —me dice como si fuera una niña de cinco años que no quiere prestar un juguete. —y cero bromas o le te quito el internet por un mes

Hay cuatro cosas que odio en mi vida, la regla, los hombres, el no ser hija única y las advertencias.

Bueno estamos a mano, esta vez no hay bromas, necesito desvelarme viendo America Horror story.

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Where stories live. Discover now