Capítulo 27

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Los entrenamientos han mejorado mucho, las chicas pueden jugar sin arañarse o tirarse el cabello entre ellas. Así que estas últimas semanas pudimos competir con los hombres.  Apenas copto sus nombres creo que se llaman: Ally, Mary, Nina, Norah, Nataly, Gemma, Emma etc. O capaz me los estoy inventados para ponerles un nombre y no sentirme idiota. Lo único bueno es que saben las reglas y las que estás implican. Hasta ahora toda va como viento en popa.

Pongo seguro al carro y entro por la puerta del garaje después del entrenamiento, estoy exhausta. Las vísperas de navidad me desesperan y más cuando faltan horas para esta. Las luces titilan decorando la volviéndome loca por así decirlo y peor con el Santa Claus parlante que dice cada dos minutos después de una canción navideña: jojojo Feliz Navidad.

Felices para recibir la taza navideña por parte de la tía Susan, maquillaje por parte de Miriam al igual que Sophía y las gratificaciones de Jason, sin contar la ropa interior que me da mi madre y el abrazo de mi padre, mi hermana bueno ella me da una tarjeta. Es algo monótono y redundante todos los años.

Mientras yo me esmero ahorrando para darle a mi prima y a mi tía el vestido que vieron en una tienda de Seattle, el perfumo de tal publicidad que Sophía lo quiere, los calcetines rojos a Jason, A Chris los zapatos de no sé qué marca que les fascinaron y a mi padre el reloj que le gustó en algún puesto y a mi madre una cadena la cual luce con su locura.

Y si no les doy nada, se recienten al límite de no hablarme, y yo no me puedo quejar. No estoy siendo materialista ni nada y que las cosas se dan con el corazón etc. Pero abusan de mi generosidad.

— ¿A quién esperabas? —mi hermana aparece de la nada, impidiendo que suba a darme una ducha merecedora.

—Felices navidades para ti hermanita —reviro los ojos.

—Sophía llegó con Jason a desearnos feliz navidad y por casualidad comentaron algo que no debía escuchar. De que tú me jugaste una mala broma para que te diera mi jodido auto —abro los ojos y comienzo a reír carente de gracia. Me las van a pagar.

—Dame mis llaves —sus ojos verdes me fulminan y mi padre me mira retándome con la mirada porque al parecer la chismosa de mi hermana le contó la situación. Le entregó las llaves a regañadientes despidiéndome del recuerdo de que alguna vez tuve un Land Rover.

— ¿Dónde están? —hecho un ojo a la sala, pero solo veo a mi madre anotando una receta sobre cómo hacer un relleno para el pavo. Ugh.

—Se fueron porque sabían que los matarías —idiotas. —pero dijeron que te desean feliz noche buena —sonríe con hipocresía, de vi darme cuanta al verla con un vestido rojo referente a las vísperas y maquillada el doble que una personan normal lo haría. —Por cierto, yo les entregué sus regalos que le compraste. Sophía te dejó un regalo, está en tu habitación —finaliza con un movimiento desinteresado. Seguro que es maquillaje, ni lo abriré por eso.

Subo las escaleras exasperada haciendo temblar las fotografías familiares por mis zancadas.

Agarro ropa y una toalla para irme dar una ducha, para prevenir. Después voy a mi habitación.

—Hola —doy un respingo al ver a Matt Rowling recostado en la pared, ya cambiado de la ropa de entrenamiento. Lo miro enojada.

—Si mi padre te ve te matará haciéndome un gran favor —me siento en la cama donde está mi ordenador y lo enciendo ignorando a la persona que invade mi territorio personal por tercera vez.

— ¿Juguemos? —lo escucho decir. Lo miro de reojo acercándose.

— ¿A qué? —le sigo la corriente.

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum