Capítulo 29

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Arrugo la nariz al escuchar las mismas conversas y disputas en el carro de Jason, este carro parece el de la masacre en Texas, y bueno o por supuesto se encargan de molestar mi existencia con comentarios absurdos, que lindas amistades.

— ¿Jason por qué tienes dos bolsas llenas de condones? —saca Sophía de la mochila del susodicho sin permiso. Jason da la última calada de su cigarro llenando a Paige —su Jeep. del olor para reírse entre dientes.

—Ya se acerca el final de año y los chicos de fútbol vamos a inflarlos con agua para ponerlos en las piscinas el último día —comenta.

— ¿Pero es prohibido entrar a las piscinas sin autorización? —recrimino lo dicho.

—Sí, pero todo el mundo estará distraído en la graduación. En ese instante los chicos vamos a entrar a las piscinas y las dejaremos ahí. Después de todo, dejaremos una nota citando a la directora a las piscinas para que disfrute el disgusto de tenerla que soportar todos estos años —explica mientras sigue manejando.

Sophía me mira por el retrovisor como si fuera un alienígena verde solo porque esta vez llevo puesto un leggin en vez de unos pants. Bueno, fue un regalo de mi madre por año nuevo y me exigió que me lo ponga si sea una vez en la vida y si quería después lo quemara.

—Dejen de mirarme así, y es su culpa que yo estuviera aquí porque abrieron la boca en mal momento —les reclamo, revirando los ojos.

—Tú has cambiado, yo solo lo estoy notando —despego mis ojos de mis manos y me enfoco en ella por el retrovisor. Resoplo.

¿He cambiado? No lo creo.

Jason estaciona a Paige y en eso un estruendo se escucha, piel contra piel. Sophía y yo volvimos a ver, Cyrine le dio una bofetada con ímpetu al ya nombrado.

— ¿Qué pasa Cyrine? —la gente se queda a ver, pero no se reúne para no armar un problema con una deidad. Jason apenas hace una mueca como si fuera un bebé que le haya puesto la mano en la mejilla.

Ella deja escapar una risa seca, desprovista. —Gracias a Rowling, me enteré de tu juego por ayudar a Miriam, eres un asco —su acento francés hace que lo dicho suene repugnante, como si sus palabras fueran bazofias. Ella al ver que no hace nada por negarlo o sonar arrepentido para solucionar el problema, solo se retira sin botar alguna lágrima.

Jason se encoje de hombros restándole importancia y bota su cigarro en el basurero. La gente comienza a susurrar, pero cuando Stone los mira sin expresión vuelven a lo suyo, pero todavía con el tema en la boca.

Entrecierro los ojos. Hace una semana le bajaba la luna y las estrellas y ¿ahora?

—Me gustaría ser como tú —lo alardea Sophia dando suaves palmaditas en la espalda. Él frunce el ceño.

— ¿Por? —él le pregunta mientras caminamos hacia la entrada al igual que otros chicos con la misma pesadez después de las vacaciones de feriado. Es un asco.

—Que ama un día y olvida al otro —le responde como filósofo, creo que lo dice por su situación con Jack que va en picada al suelo.

— ¿Quién dijo eso? —digo ante la tensión de Jason en sus facciones y la manera en que mira por donde se fue Cyrine, apaciguo el ambiente y los tres intentamos reír desviando la atención de la gente que observó todo. No obstante, aunque Jason lo niegue quiere a Cyrine. Se lo recordaré hasta el último día para que se retuerza de culpa en su tumba. Entramos al edificio cuya infraestructura la odio con todo mi ser, sería capaz de volverme pirómana e incendiar la secundaria hasta vivir condena perpetua sabiendo que he ayudado a la juventud. O traer un tractor y demolerlo al frente de la directora mientras suplica que no lo haga y burlarme por eso.

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt