Capítulo 18

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No sé cuánto llevo aquí, minutos, horas o días.                    

Mi garganta está seca e irritada de tanto gritar, a veces suelo exagerar las cosas, todavía recuerdo cuando era pequeña y había empujado a mi hermana y se golpeó la cabeza con una roca pequeñita, sin moverse. Ese día me escapé de la casa a un parque infantil de ese entonces —Ahora solo es un lugar con juegos oxidados y césped seco. —porque pensaba que la había asesinado y creía que mi padre me llevaría al departamento de policía por homicidio, como un buen Sheriff.

Pero esta vez no estoy exagerando, me amarraron los brazos y pies. ¿Díganme si esto no es un jodido secuestro? y si logro a ver a Matt Rowling paseándose como sin nada por el maldito Jackson Hall, lo castro así de simple.

Pero como iba diciendo, de tanto forcejear para que se suelta la maldita cuerda, me lastime las muñecas de las manos. Me siento en forma fetal y comienzo a mecerme digno de una demente en un manicomio.

Si alguien me viera pensará que ya mismo escribo en las paredes.

Pero si pasaré encerrada en este lugar contaré los benditos días para vengarme de él, y mis amigos que vieron el espectáculo no se dignan de sacarme de aquí, los tendré en algún tipo de lista roja.

La puerta de los vestidores se abre lentamente dejando entrar luz ante tétrico, húmedo y penumbroso lugar. Una melena rubia alisada y llena de falsos elogios hacia los demás y para mi gusto se hace presente. Miriam Logan.

La miro con desconcierto por su amabilidad de sacarme de este lugar —Interés. — es lo que viene algo afable si se trata de mi familia.

—Agradéceme que le pregunté a Matty donde te había dejado ¿sabes? él no tiene ni idea que eres mi adorada primita —me aprieta una mejilla con su mano y con un movimiento la esquivo. —gracias se dice

Mi primita querida, nótese el sarcasmo, se me olvida que es una jodida deidad. Que se pudran todos.

No sé cómo Miriam puede estar en el grupo de las deidades, yo no los soportaría, si fuera sus padres les golpearía la cabeza con los libros de física que son más grandes y pesados que el pobre Atlas cargando la tierra en su espalda, hasta saldría en noticas.

¿Por qué los matarías? Porque no tenían futuro.

Me suelta la cuerda de las manos y pies, me masajeo las muñecas.

Achino los ojos y la miro acusante.

— ¿Cuánto llevo aquí? ¿Días? no me digas, semanas. Me muero de hambre —dramatizo.

—Solo llevas menos de diez minutos —suelta una risa.

—Diez minutos —me paso una mano por mi corto y casi invisible cabello, irritada cuando un mechón está en mi boca.

La veo que abre y cierra la boca, juguetea con sus manos y sonríe inocentemente.

— ¿Qué necesitas? —me mira, da una típica sonrisa de un niño cuando quiere un juguete.

—Quiero que te hagas amiga de Cyrine Le Blanc —me río señalándome.

—A otro hueso con ese perro —suelto irónica mientras camino.

— ¿No es a otro perro con ese hueso? —réplica ella con una sonrisa y cambio de tema.

— ¿Yo? esa chica es un cerebrito por excelencia y tiene belleza por naturaleza, yo una simple mortal ¿quieres que esté con ella? se une con los cerebritos y ellos miran a todos como si hubiéramos salido del planeta de los simios —le informo con gesto alarmante.

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Where stories live. Discover now